CMN error de cálculo, CCE rinde la plaza

Primer acto: se hace una marcha ciudadana en varias urbes del país ante la propuesta presidencial para degradar al Instituto Nacional Electoral. Segundo acto: el presidente Andrés Manuel López Obrador lo toma como un desafío y organiza una marcha que se convierte en desfile cuando el aparato del gobierno federal y algunos estados aportan recursos y financiamiento para movilizar a las masas de asistentes. Tercer acto: acuden al evento el presidente del Consejo Mexicano de Negocios Antonio del Valle y Francisco Cervantes, presidente del Consejo Coordinador Empresarial. ¿Cómo se llamó la obra?: “La bajeza más vergonzosa es la adulación”, una frase de Francis Bacon.

El CCE

No es la primera vez que un líder del CCE genera polémica al asistir a un evento del presidente López Obrador. En junio de 2019, Carlos Salazar fue a un evento en Tijuana en el que López Obrador hizo una manifestación ante la amenaza de Donald Trump de aplicar aranceles progresivos a México en caso de que no frenara a los emigrantes centroamericanos que buscaban llegar a Estados Unidos. Al menos en ese evento, la causa era más aceptable y no iba en contra de las instituciones democráticas, aún así aquel episodio dejó una lección muy clara: no importa la adulación, el Presidente sólo respeta la fuerza y, aunque el objetivo del sector privado no debe ser confrontarse con el jefe del Ejecutivo, tampoco da buenos resultados rendirse totalmente ante él. En el caso de Cervantes parece que es por diseño y cada vez se ve más difícil que su mandato logre ir más allá de 2023, hay mucha decepción con el papel que ha jugado y a diferencia de Salazar, en donde se notaba un genuino interés por encontrar el punto exacto entre resistencia y cooperación, en el actual liderazgo del CCE se percibe que se ha rendido la plaza. La explicación de que asistió al cuarto informe de gobierno es ridícula e inverosímil y evidente ni los más incondicionales se creen el cuento.

El CMN

El caso de Antonio del Valle es distinto por los intereses que representa, ahí se trata de un error de cálculo al ceder a la presión. Es entendible que desafiar a un Presidente iracundo no es sencillo, pero acompañarlo a un evento cuyo génesis es degradar a la institución que garantiza la democracia, es aún peor. Los grandes empresarios saben que son transexenales, es sensato ceder una batalla con los ojos puestos en la estrategia, es peligroso conceder batallas tácticas que conlleven a derrotas estratégicas.