Rodrigo Pacheco

Suma de Negocios

Rodrigo Pacheco

20 Mar, 2021

El encuentro de la década

Una de las reuniones más significativas de esta década se realizó en el frío de Alaska, cuando se encontraron los gobiernos de Estados Unidos y China en un céntrico hotel de Anchorage. Es el primer encuentro entre funcionarios de la administración de Joe Biden y de Xi Jinping y, a diferencia de los tiempos de Trump, no hubo tuits grandilocuentes o contradicciones, sin embargo, sí hubo candor.

Antony Blinken, secretario de Estado de la Unión Americana, representa a un país que enfrenta, de manera simultánea, la peor crisis de salud, económica, política y social de su historia reciente. Apenas el 6 de enero la principal preocupación de Estados Unidos era que un grupo de fanáticos había atacado el Congreso por primera vez en su historia, en medio de un ambiente de polarización social y con el hito de más de 367 mil personas fallecidas por covid-19. No obstante, en poco tiempo el gobierno de Biden ha tomado el control del proceso de vacunación, ha logrado sacar adelante un paquete de estímulos de un billón 900 mil millones de dólares —que ha mejorado significativamente la perspectiva de crecimiento para 2021— y ha logrado disipar la tensión social.

Por otro lado, el máximo diplomático de China, Yang Jiechi, representa al país en el que se originó el covid-19, pero que lo pudo controlar de manera eficaz; representa a la única economía del G20 que tuvo un desempeño positivo en 2020 y que tiene la mejor proyección de crecimiento para 2021, sólo superada por India, que en 2020 retrocedió 8 por ciento. Jiechi también representa a un país que tiene los mayores campos de trabajo forzado de la historia reciente y en donde la disidencia política no es tolerada. En 2021, China es más asertiva que nunca con Xi Jinping a la cabeza, que ha hecho sentir su presencia en Hong Kong, ha utilizado como nunca su soft power enviando vacunas prácticamente a toda América Latina —a excepción de Centroamérica, Venezuela, Ecuador, Uruguay y Paraguay—, mientras que Estados Unidos apenas esta semana acordó prestarles vacunas a sus principales socios comerciales, México y Canadá.

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CAMBIO DE ACENTOS

En la reunión, del lado de Estados Unidos participaron el secretario de Estado, Antony Blinken, y el asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, mientras que sus contrapartes chinos fueron: el director de la Comisión de Asuntos Exteriores de la República Popular de China, Yang Jiechi, y el canciller Wang Yi. A diferencia de la última reunión, que se había dado el 17 de junio del año pasado, en esta ocasión la palabra comercio sólo se mencionó un par de veces y lo hicieron los funcionarios chinos, mientras que Estados Unidos mencionó Xinjiang, Hong Kong y Taiwán por los problemas de derechos humanos y amenazas a la isla. China fue enfática y acusó a Estados Unidos de hipócrita y señaló que tiene problemas de derechos humanos de tiempo atrás, como lo demuestra el Black Lives Matter.

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¿GUERRA FRÍA?

La coyuntura ha hecho que algunos analistas hablen de una nueva Guerra Fría, sin embargo, a diferencia del enfrentamiento indirecto entre la Unión Soviética y Estados Unidos en la segunda mitad del siglo pasado, en esta ocasión la diferencia no es el modelo económico o político. Ahora, la rivalidad es por la influencia pragmática que les da a ambos países su capacidad económica y el acomodo de la nación asiática ganando un espacio prominente en el escenario internacional. China tiene un modelo centralizado muy competitivo, con cierta libertad económica individual para detonar su potencial bajo un liderazgo autocrático y Estados Unidos sigue teniendo en la democracia un sistema vibrante que le permite reinventarse y generar un motor de crecimiento afincado en la innovación vía la ambición individual. El riesgo es que, a diferencia de en la Guerra Fría, en esta ocasión amenazas como el cambio climático requieren de la cooperación de ambos países, pues el problema no se va a resolver en dos bloques y, al igual que la Guerra Fría, se puede materializar el riesgo de un conflicto militar directo en el que perderían ambos países. México tiene una oportunidad de oro para aprovechar esta nueva dinámica, pero antes tiene que levantar los ojos de su ombligo.

 

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