El momento México

México es una promesa por cumplir. Desde que recuerdo, nuestro país está al borde de dar un salto que nos colocará en una senda de crecimiento y desarrollo social.

Primero, la promesa era la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio, en 1994; luego, la llegada de la democracia; después, las grandes reformas. Sin embargo, aunque han ocurrido cambios económicos sustanciales, no hemos podido superar un crecimiento mediocre, y la promesa del trickle down economics no se cumplió por múltiples factores.

A pesar de los desengaños que van más allá de mi corta memoria, creo que en estos cinco años atravesamos un umbral de mucho potencial gracias a condiciones internas y externas muy especiales.

En primer lugar, porque Estados Unidos se encuentra ante una expansión económica sin precedentes y México es de los que más se benefician, dado que somos su principal socio comercial por volumen. Por ejemplo, entre enero y abril el intercambio comercial entre los dos países sumó 208 mil millones de dólares, por encima de Canadá y China, lo que también impulsa otras áreas, como el turismo y las remesas.

En segundo lugar, porque la interdependencia económica se va a profundizar y a acelerar, dado que la administración de Joe Biden ha definido que va a continuar la inercia de política exterior que comenzó Trump con China, lo que implica pasar de una rivalidad cooperativa a una de mayor confrontación, lo cual implica para la Unión Americana fortalecer sus cadenas de suministro y en ello México juega un papel fundamental.

En tercer lugar, porque México ha logrado construir varias instituciones que prueban que el país puede ir más allá de los liderazgos carismáticos, la primera de estas instituciones es el Banco de México, que con su autonomía constitucional ha permitido que, en lo que va del siglo XXI, el país tenga una inflación bajo control, a diferencia de otras naciones emergentes grandes como Brasil, Argentina o Turquía. Otra de las instituciones clave es el Instituto Nacional Electoral (INE), como se demostró el domingo pasado al sacar adelante la elección con la participación de más de un millón y medio de ciudadanos, quienes estuvieron involucrados como funcionarios de casilla, y más de 45 millones de votos sufragados.

Otra institución clave es el Ejército, que, a pesar de tener un papel cada vez más protagónico, lo que genera algunos riesgos, se ha mantenido como una fuerza institucional.

El país no está exento de riesgos que impidan la construcción de instituciones que ayuden a que avance el Estado de derecho vinculado a la lucha en contra de la corrupción, la eficacia de la seguridad pública para evitar que el crimen organizado siga ganando espacios al Estado mexicano.

Otro reto estructural es lograr articular la economía para comenzar a reducir al sector informal y, de esta manera, mejorar el bienestar social y la productividad.

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Más allá de los costos de oportunidad que vamos acumulando por anteojeras ideológicas, el país ha logrado construir instituciones que mantienen los cimientos para un crecimiento futuro que parece inevitable, al menos a partir de 2025, dado que, sea quien sea el próximo presidente del país, tendrá un margen de maniobra muy acotado para sostener criterios ideológicos por encima de los económicos y políticos que marcan la dinámica internacional. Por todo lo anterior, creo que se acerca un nuevo momento mexicano y espero que en esta ocasión la promesa comience a cumplirse.