Rodrigo Pacheco

Suma de Negocios

Rodrigo Pacheco

2 Feb, 2022

Nadie vio venir la inflación

Hay un chiste que dice que la economía sirve para explicar por qué ocurre lo que los economistas dijeron que no iba a ocurrir, el multicitado dicho aplicó perfectamente a lo acontecido en 2021. En la primera encuesta de los especialista que publicó el Banco de México el año pasado, se anticipaba en la mediana un crecimiento para 2021 de 3.5%, lo que resultó muy por debajo del 5% que reportó el Inegi en la estimación del PIB.

 

En la encuesta de Citibanamex del 20 de enero, de las 31 casas de análisis consultadas, únicamente Itaú acertó, previendo un crecimiento de 5%, considerando una caída de 8.8% en 2020, que, como ahora sabemos por las cifras definitivas del Inegi, fue una contracción de 8.3 por ciento.

Considerando los datos de 2020 y 2021, JP Morgan tuvo el análisis más certero, estimando una caída de 8.4% en 2020 y un avance de 5.1% en 2021. Con una diferencia máxima de 50 puntos hacia arriba o hacia abajo se ubicaron Actinver, con una contracción de 8.8% para 2020 y 4.5% en 2021; Barclays proyectó un descenso de 8.4% el año antepasado y un avance de 4.5% en 2021.

No obstante, ninguna de las 31 casas de análisis consultadas por Citibanamex anticipó, ni cercanamente, que la inflación cerraría en 7.36% a tasa anual en 2021, las proyecciones que contemplaban la inflación más alta la ubicaban en 4 por ciento.

En México, el Índice Nacional de Precios al Consumidor, desde junio de 2020, ya se ubicaba por encima del objetivo del Banco de México, que es de 3%, influido por los choques de oferta debido a los confinamientos y restricciones como consecuencia de la pandemia. En la evaluación de política monetaria tampoco se anticipó la inflación, todavía hubo un recorte de 25 puntos base en la tasa de referencia el 11 de febrero del año pasado y, a partir de ahí, la inflación ascendió hasta llegar a 6.08% en abril, para atenuarse un poco en los meses subsecuentes, hasta que el último trimestre volvió a repuntar vinculado a los choques de oferta por los problemas en las cadenas de suministro, el problema de microprocesadores del sector automotriz, que se extendió a dispositivos electrónicos, así como por el aumento en los precios de los energéticos y alimentos, presionados por la recuperación de Estados Unidos y China.

2021 vuelve a demostrar que el análisis económico es muy limitado, ni los banqueros centrales ni los economistas del Fondo Monetario Internacional y tampoco las casas de análisis nacionales atisbaron el problema global de precios que marcó el 2021, y es que no se puede saber lo que no se sabe. Los puntos estaban ahí, pero su correlación no era aparente, para ello se hubiera necesitado un modelo que considerara y ponderara los cuellos de botella logísticos por un cambio abrupto en los patrones de consumo, además de que se modelara el impacto logístico de la variante delta y su evolución e impacto en el consumo, el error de cálculo del sector automotriz y varios etcéteras.

A ello habría que sumar el efecto de los cheques de estímulo que entregó el gobierno de Joe Biden y la influencia que tuvo para la “gran renuncia”, que se refiere al momento existencial que tuvieron muchos estadunidenses que ya no quisieron regresar a trabajar.

 

El 2022 se perfila frágil por la cantidad de puntos de datos que han perdido su trayectoria constante y los efectos cuando se interrelacionan, todo ello va a generar cambios intempestivos en la dinámica económica, por lo que las proyecciones de inicio de año seguramente quedarán muy lejos del dato real del año que comienza.

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