Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

13 Sep, 2023

El avión, el avión

El sexenio de Andrés Manuel López Obrador empezó con la aviación y cerrará con ella. En 2018, las campañas acabaron con él como ganador, pero no así las promesas populacheras. En un arranque de improvisación, el Nuevo Aeropuerto (NAIM) en Texcoco fue cancelado antes de iniciar el sexenio, con lo que el rumbo económico del país se selló por los próximos seis años.

La irresponsabilidad fiscal se convirtió en el timbre del Presidente. Aunque en sus mañaneras siempre negó usar la deuda pública para financiar sus proyectos, la realidad lo ha rebasado por mucho. La deuda ha estado presente desde el primer año del sexenio. Todo ello empezó con la cancelación del NAIM, pero se acrecentó conforme pasaron los años del gobierno.

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Desde ahí, la irracionalidad económica de sus proyectos y caprichos no ha parado. Hoy sabemos que el costo de la cancelación del NAIM fue de 331 mil 996 millones de pesos, 116 mil millones más que el presupuesto anual total de 2018 de la Ciudad de México. Además de ello, los gastos no pararon con esa cancelación.

El Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), que garantizaría la deuda contraída para construir el NAIM mediante la garantía de sus flujos de Tarifas de Uso Aeroportuario (TUA) hasta en tanto se concluyera el NAIM, ahora tiene que seguir cargando con ese lastre para sus finanzas. Los propios estados financieros de 2022 del AICM lo mencionan: “La carga financiera que representa el pago de los intereses generados por los bonos asumidos… y garantizados mediante el esquema de cesión onerosa de los derechos de cobro de la TUA… generan una duda significativa acerca de la capacidad de la entidad (el AICM) para continuar como negocio en marcha”.

Además de ello, el aeropuerto que sustituyó al proyecto del NAIM, el Felipe Ángeles, sigue siendo inviable, y el AICM sigue consumiendo recursos públicos porque su infraestructura e instalaciones se están cayendo a pedazos.

Para 2024, el presupuesto de egresos prevé un gasto público de mil 483 millones de pesos para rehabilitar desde los elevadores, pasando por los baños, hasta el rodaje de las pistas. En otras palabras, el AICM es incapaz de financiar con sus propios ingresos sus proyectos de inversión y mantenimiento.

Para el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, según López Obrador “el mejor aeropuerto del mundo”, el gobierno pidió mil 500 millones de pesos para mantenerlo operando. No es autosuficiente como negocio y necesita de “papá gobierno” para mantenerse operando.

Sin embargo, lo que quizá demuestra mayormente esta mentalidad de gasto es el avión presidencial. Aunque oficialmente se vendió, la Sedena seguirá pagando el arrendamiento por los próximos años. En el Presupuesto de 2024 se incluye un gasto de 517 mdp para pagar el año por un avión que ya no tiene el gobierno ni lo puede usar. Vendimos un avión que no era nuestro.

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Estos rubros son una pequeña parte del total de gasto público ejercido en este sexenio, pero son parte del estilo de gobernar. El presupuesto para 2024 es abultado de gasto público improductivo, como el caso de la aviación, en programas y proyectos que tendrán poca utilidad y serán un lastre para las finanzas públicas por años y años.

El avión y la aviación fueron sólo el comienzo y, quizás el final de esta cultura de excesos.

 

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