Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

18 Mar, 2020

¿Estatismo aéreo?

Hace casi 20 años, con los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, la industria de transporte aéreo en Estados Unidos y otros países se vio en una crisis existencial que la hace casi desaparecer. Durante ese tiempo, diversas líneas aéreas se han consolidado, ha habido quiebras importantes (como Mexicana) y se han reforzado modelos de negocio más rentables. A su vez, algunos gobiernos apoyaron a las líneas para evitar su quiebra.

Ahora, la industria vive una crisis similar, aunque la diferencia fundamental es que su situación financiera, con excepciones como las de Interjet, es mucho mejor que en el 2001. Con la crisis sanitaria del COVID-19, la industria mundial se ha detenido y sus consecuencias no se han hecho esperar.

De acuerdo con algunos reportes de las propias aerolíneas, durante el fin de semana varias de éstas detuvieron sus operaciones casi en un 100 por ciento. Con las medidas de prohibición de entrada y de salida de pasajeros por parte de los gobiernos de Estados Unidos y algunos de América Latina, las medidas recomendadas por la Unión Europea y la ansiedad en México, se ha reducido significativamente la capacidad y operaciones de esta industria en una semana sumamente complicada.

Las tres principales líneas aéreas del continente, Aeroméxico, LATAM Airlines y Avianca, anunciaron, durante el fin de semana, una reducción de sus operaciones. Por ejemplo, LATAM redujo en 70% su capacidad, de la cual 90% es internacional y 40% nacional. Aeroméxico redujo su capacidad en vuelos internacionales en 40 por ciento. Otras líneas, como Interjet, anunciaron una reducción del 40 por ciento.

Lo grave del asunto es que, para algunas aerolíneas, la crisis sanitaria los agarró con los dedos en la puerta. Interjet, la segunda línea nacional con mayores rutas internacionales, enfrenta una situación financiera complicada, con adeudos al SAT, distintos entes de gobierno y hasta con los grupos aeroportuarios. Aeroméxico, por su parte, tiene temas sindicales complicados (manejados en esa empresa, de acuerdo con fuentes de la industria y conocimiento propio, por un personaje que goza de una reputación cuestionable en la industria, Sergio Allard), y durante varios meses sus aviones Boeing 737 MAX han estado estacionados. Por su parte, Volaris tiene una posición y disciplina financiera sólidas, pero, sin duda, tendrá afectaciones este año.

El resultado es previsible. De acuerdo con la IATA, el organismo internacional que representa al 90% de las líneas aéreas a nivel mundial, la crisis sanitaria representará entre 63 mil y 113 mil mdd en ingresos perdidos este año. El problema fundamental es que muchas de estas empresas tienen el riesgo de no sobrevivir a la debacle sanitaria.

La solución no es sencilla y posiblemente sea estatista. En Estados Unidos, Donald Trump descartaba hace unas semanas una intervención. Sin embargo, esta semana se rumora un paquete de 50 mil mdd de ayuda a las aerolíneas de la Unión Americana. Italia, por su parte, anunció la nacionalización de Alitalia.

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Lo cierto es que el año será uno de los más complicados. La gran pregunta es si la solución será, como en el 11 de septiembre, la ayuda gubernamental o se dejará que el mercado devore a los más débiles. Veremos en los próximos meses.

 

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