Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

12 Feb, 2020

Fusiones, ¿competitivas?

Hay un viejo dicho en la industria de la aviación que dice que los multimillonarios se vuelven millonarios al tener una aerolínea comercial. Se trata de una industria tan complicada y con márgenes tan estrechos, que se puede perder hasta la camisa con un modelo de negocios fallido o una mala administración. En otros sectores industriales en México sucede lo mismo: las barreras de entrada son tan altas, la regulación tan complicada y las condiciones desfavorables para los competidores, que cualquier error o ineficiencia en la administración puede causar pérdidas significativas para los inversionistas y hasta la quiebra.

Tal es el caso del sector de las telecomunicaciones en México. Se trata de una industria con márgenes estrechos, necesidades descomunales de inversión y condiciones de mercado complicadas. Tan sólo ver con detenimiento las fallidas entradas del mercado —por distintas circunstancias, pero principalmente por los efectos monopólicos del mercado—, de empresas como Iusacell en los años noventa, la primera entrada de AT&T y otros como Banamex (a través de Avantel) al mercado de larga distancia y, ahora, la desinversión y posible salida de Telefónica Movistar de México. Sobre este último, la inversión que hizo a lo largo de muchos años Telefónica de España no le ha redituado lo que esperaba cuando compró Pegaso PCS, de la familia Burillo Azcárraga, a principios de este siglo. Su solución ha sido regresar al Estado su espectro radioeléctrico y volverse una especie de operador virtual, utilizando la infraestructura y en alianza con AT&T.

La gran pregunta en estas industrias es si es factible continuar en la lucha por el mercado, cuando las condiciones no existen para ser competitivos. De ahí la necesidad de vender, fusionarse o hacer alianzas estratégicas. Sin embargo, las condiciones no son tan diferentes en naciones como Estados Unidos, el país que ha sido pionero y pregona el emprendimiento, la competencia y el libre mercado. La concentración de mercados en ese país es marcada y sujeta a los ciclos políticos. No obstante, es importante decir que sin estas fusiones la viabilidad de algunos de estos negocios estaría en entredicho.

Esta semana se anunció que un juez de Distrito con sede en Nueva York autorizó la fusión de las empresas número tres y cuatro del mercado en EU, T-Mobile y Sprint. El juez de Distrito desestimó los argumentos de varios fiscales estatales que alertaban sobre los efectos en los consumidores y la libre competencia. Previo a ello, AT&T compró a Time Warner; Walt Disney a varias unidades de Fox, y Comcast ha hecho varias adquisiciones. El tamaño de estas empresas se ha hecho tan grande, que algunos les llaman too big to regulate o demasiado grandes para ser reguladas, manifestando así el enorme poder político que han adquirido con estas fusiones.

Tal pareciera que el mercado busca este tipo de fusiones para adquirir economías de escala, aminorar costos y concentrar participación de mercado. Sin embargo, todo ello se hace en detrimento de los consumidores. Del otro lado de la moneda está la “necesidad de concentración” para, así, volverse más competitivos ante un entorno tecnológico cambiante.

 

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