Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

23 Jun, 2021

La arruinada clase media

Gran parte de la clase media sostiene a las finanzas públicas a través de sus impuestos y sigue siendo presionada por impuestos, pandemia, falta de apoyos del gobierno y otros.

Decía Aristóteles, el clásico filósofo griego, que la más perfecta comunidad política es aquella en donde la clase media tiene el control y es más grande que las otras dos clases sociales.

En ese sentido, a lo largo de la historia, ha sido justamente esta clase social de donde salen grandes pensadores, revolucionarios y líderes. Es hacia donde se aspira por una sociedad más igualitaria. Sin embargo, no lo es así para el gobierno.

¿Qué es la clase media? No hay una aceptación universal de lo que significa pertenecer a esta clase social, pero, en el mundo capitalista moderno, se relaciona con poder adquisitivo, nivel educativo y hasta gasto familiar.

La propia Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), organismo internacional del cual México es miembro, dice que “la presencia de una clase media fuerte y próspera respalda economías y sociedades saludables. A través de sus acciones y actividades, mejoran no sólo su propia posición, sino también la de los demás”.

La OCDE también dice que la clase media son los hogares que ganan entre el 75 y el 200 por ciento del ingreso nacional medio. Esta proporción de hogares en México cayó del 64% al 61% entre mediados de la década de 1980 y mediados de la de 2010.

En otras palabras, la clase media se ha reducido y sigue bajo presión. Por ejemplo, gran parte de la clase media sostiene a las finanzas públicas a través de sus impuestos y sigue siendo presionada por impuestos, pandemia, falta de apoyos del gobierno y otros.

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Todo esto viene al debate ante las recientes elecciones del 6 de junio y las declaraciones del Presidente. La clase media fue importante en el cambio, aunque pequeño, en la composición de la Cámara de Diputados y el balance político en la Ciudad de México.

El partido del Presidente perdió espacios principalmente por la participación activa de este grupo social. Por ejemplo, en la Ciudad de México el promedio de participación en las elecciones por este grupo social rondó en alrededor del 70%, mientras que el de las clases populares fue de 40 por ciento.

Durante varias conferencias diarias, el Presidente se ha dedicado a descalificarlos, señalándolos como “aspiracionistas”, “aspirantes a fifís” y otras frases que demuestran más su molestia del resultado en la Ciudad de México. La jefa de Gobierno y él han, incluso, dicho que estas clases se dedicaron a crear una “guerra sucia” mediante los celulares y todo es una campaña para descalificar su movimiento.

Nada más alejado de la realidad. El balazo en este caso es por mano propia. Durante casi tres años se dedicaron a maldecir, aminorar o golpear a estas clases para favorecer el discurso fácil de las soluciones “que vienen de la sabiduría del pueblo”.

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Golpear a esta clase social sólo demuestra el desprecio por la superación personal y familiar que cualquiera quiere para sí y los suyos. Nace de la visión de que el Estado es el gran papá de niños inmaduros y sin capacidad de sostenerse por sí mismo.

Esto significa que, ante los constantes insultos y descalificaciones del Presidente, éstos reaccionaron en un alto porcentaje para votar contra Morena y en favor de partidos como el PAN y Movimiento Ciudadano. De ahí la molestia del Presidente en sus mañaneras. De ahí el desprecio durante varios días. De ahí que quiera seguir arruinando a la clase media.

 

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