Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

15 Abr, 2020

La gran pregunta de la deuda

Debo enfatizar la absoluta necesidad de diferir cualquier plan

para aumentar los gastos y déficit del gobierno.

Herbert Hoover, presidente de EU, 1930

 

En estas semanas, México y el mundo se han enfrentado a lo que Nassim Taleb describe como un cisne negro, tan único e imposible de predecir que sucede pocas veces en la historia.

Nadie imaginaría en 2009 que la próxima crisis se avecinaría tan pronto. Como sucede, una vez resuelta, la próxima crisis se ve como un evento futuro improbable y que, en su caso, no nos tocará vivir.

Las mismas fuerzas de globalización que han hecho a México un centro de manufactura y comercio, lo tienen ahora paralizado con virus importado desde China.

Lo que se pensaba superado por la Gran Recesión de 2009 resurgió con más fuerza en el mundo. Muchas de las mismas preguntas sobre economía de ésta y otras crisis se están volviendo a hacer.

La gran pregunta en estas crisis es si el gasto del gobierno es una solución para aminorar los impactos de una recesión. Ahora la ortodoxia económica keynesiana señala que los gobiernos deben gastar, aunque sea endeudamiento, para paliar estas crisis. Sin embargo, no siempre esto fue así.

En la Gran Depresión, el entonces presidente Hoover, quien en 1930 —durante su informe anual del Estado de la Unión— manifestó la necesidad de evitar en caer en déficits del gasto público, falló en actuar con contundencia.

Ahora se sabe que esa respuesta agravó la crisis y el presidente Roosevelt lanzó su New Deal. Pocos años después, John Maynard Keynes popularizó la necesidad de incrementar el gasto público para las crisis.

En el libro Economía de crisis, de N. Roubini, publicado en la crisis de 2009, habla de cómo esa nueva ortodoxia de gasto público se ha vuelto cada vez más compleja.

Las herramientas monetarias y de política fiscal ya no son tan “sencillas” como lo que planteaba Keynes.

Entre las nuevas herramientas posibles está recortar impuestos y otras que, si bien resuelven el tema de disminuir los efectos de una recesión, causan déficits significativos si no son pagados responsablemente. Es resolver el presente hipotecando las finanzas del futuro.

El mejor ejemplo es Japón, quien en 1995 tenía un nivel de endeudamiento público de 91.2% de su PIB. En no menos de diez rescates grandes y pequeños desde los años noventa, éste se ha multiplicado por 2.6, para llegar a 238.2% de su PIB.  Sin embargo, para nuestro país parece que incurrir en déficit fiscal adicional, manejado responsablemente, no sería perjudicial, como lo hace pensar las declaraciones del Presidente, quien se ha mantenido como un conservador fiscal.

Al 2019, la deuda pública representó 46% del PIB. Brasil tiene un nivel del 77%, mientras que Argentina ronda en el 86 por ciento. China ronda en 50% del PIB.

 

Y OTRA VEZ AEROLÍNEAS…

Hablando de rescates, el lunes de esta semana la IATA tuvo una rueda de prensa sobre el impacto de esta crisis en México.

Las cifras de la afectación parecen alegres, pero sorprende que piden un rescate mediante mecanismos que van desde garantías hasta transferencias fiscales directas.

Detrás está la firma Aeroméxico, quien ha resentido más esta crisis inesperada por su apalancamiento y está pidiendo una ayuda urgente.

 

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