Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

14 Abr, 2021

La prisa legislativa y los bomberazos

Se acercan las elecciones. La polarización política y el calor de las discusiones se incrementa. Como cada tres años a nivel federal, los ánimos se calientan y surgen propuestas legislativas electoreras. Las bolas rápidas legislativas suelen responder a intereses particulares, posturas políticas o electorales. La diferencia en esta ocasión es que un solo partido en el gobierno tiene mayorías relativas en ambas cámaras y el Presidente centraliza todas las decisiones.

A dos semanas y media de la terminación de esta Legislatura, la agenda legislativa se ha cargado con temas del Poder Ejecutivo que responden a una agenda ideológica y, en pocas ocasiones, a necesidades reales de regulación. El modus operandi ha sido la presentación de iniciativas descabelladas que, generalmente, hacen entrar en pánico a los mercados y a los empresarios, para —con la ventaja de ser una fuerza política mayoritaria— imponer las condiciones de la negociación con aquellos que se acerquen a la mesa tímidamente.

Así, algunos de los puntos más importantes durante esta Legislatura incluyen la regulación del outsourcing, reformas en materia de telecomunicaciones, del banco central y reformas a leyes secundarias de energía para incorporar —fuera de toda lógica del mercado o financiera— los caprichos ideológicos nacionalistas.

La realidad es que el Poder Legislativo se convirtió, salvo reductos de oposición bien fundamentados, en una extensión del Poder Ejecutivo. Una administración pública destruida y debilitada por el austericidio, y un Legislativo sometido a la voluntad de las ocurrencias mañaneras han volcado a una figura central y unipersonal todas las decisiones técnicas y políticas. Lo mismo se coordinan desde Palacio Nacional la legislación en materia de outsourcing que las candidaturas —por más polémicas que éstas sean—, el debilitamiento de los órganos autónomos o la beligerante comunicación en contra de críticos de este gobierno, periodistas y la oposición.

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Lo cierto es que la pobreza de las propuestas legislativas, su falta de técnica y rigor, responden a la cultura impuesta desde el centro; por alguien que necesariamente entiende muchos aspectos técnicos de temas variados de energía, infraestructura, laboral y otros. En ese tenor, ayer se discutía —hasta la entrega de esta columna— en la Cámara de Diputados las reformas en materia de outsourcing. No obstante los buenos esfuerzos de las cámaras empresariales para frenar sus aspectos más radicales, hay mucha incertidumbre en la aplicación de estas reformas. Éstas crean mayor burocracia ante la Secretaría del Trabajo mediante registros —que, además, agregan discrecionalidad— y limita el uso del outsourcing a actividades específicas no relacionadas con el objeto social de la empresa contratante.

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La realidad, en aras de detener los abusos de algunos, se agregan inflexibilidades a una práctica que le daba flexibilidad al mercado laboral —tan rígido y costoso— en México. Al final, las prisas del Presidente y sus funcionarios por tener algo a las prisas está creando un bodrio que genera mucha incertidumbre jurídica y económica. Empresas, nacionales y extranjeras, que cumplen cabalmente con las leyes, están viendo un panorama complicado.

Todo por los bomberazos legislativos.

 

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