Matando al mensajero

El día de ayer, desde la ciudad de Santiago, Chile, el Fondo Monetario Internacional (FMI) presentó en un informe (y por quinta vez en el último año) sus expectativas de crecimiento económico para México.

En línea con lo que se ha dicho ya en numerosas ocasiones, el panorama no es alentador para nuestro país: la actividad económica en México se está desacelerando más de lo esperado.

En palabras del Fondo Monetario Internacional, la inversión extranjera sigue siendo débil y el consumo privado se ha ido a la baja como resultado de la incertidumbre en torno a las políticas públicas, el deterioro de la confianza de inversores y el aumento de los costos de endeudamiento, que podrían seguir incrementándose en los próximos años, y hacia finales de este sexenio.

En términos económicos, el Fondo Monetario Internacional estimó que el Producto Interno Bruto crecerá 0.9 por ciento en 2019, comparado con el 1.6 por ciento que pronosticó en abril pasado, y desde el 2.0 por ciento que estimó en 2018. Para el 2020 dejó su pronóstico en 1.9 por ciento, tal como lo ubicó en sus Perspectivas Económicas de abril pasado. Y no solamente eso, la economía mexicana aún tiene que enfrentar retos adicionales, como la suspensión de obras de construcción en la Ciudad de México, la incertidumbre de inversionistas y la fragilidad de la actual política exterior que maneja México desde que inició el mandato de Andrés Manuel López Obrador.

No obstante eso, López Obrador insiste en que la economía del país alcanzará un crecimiento de 2 por ciento, catalogando al Fondo Monetario Internacional como una institución de poca calidad moral, pues, de acuerdo con el jefe del Ejecutivo, sus políticas han sido perjudiciales para la economía mexicana, insistiendo en que México continúa cambiando y debilitando la política neoliberal.

En otras palabras, cuando no le gusta el pronóstico, mata al mensajero.

En su mañanera de ayer insistió en que, al igual que lo ha hecho con otros personajes o instituciones, el Fondo Monetario Internacional debe pedir disculpas y ser autocríticos ante una institución que él considera ha causado “las desgracias” en México.

Entonces, ¿qué sigue para México? No es un secreto que, desde principios de 2018, el Fondo Monetario Internacional  ya hablaba de la falta de confianza de las empresas y de que el ánimo de los mercados financieros se vio golpeado repetidamente por una secuencia de hechos que aún se están resolviendo: medidas arancelarias aplicadas por Estados Unidos, represalias de sus socios comerciales y una prolongada incertidumbre en torno al retiro del Reino Unido de la Unión Europea. Sin contar cómo aumentó la tensión en la economía mexicana cuando llegó la amenaza de Estados Unidos para aplicar aranceles a las importaciones de México si no adoptaba medidas para frenar la migración.

Sin duda, México necesita acuerdos duraderos que resuelvan las diferencias y que ayuden detener la desaceleración.

Matando las ideas de los mensajeros o de todos aquellos que no concuerdan con la narrativa del Primer Mandatario no es el camino.