Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

13 Oct, 2021

México siempre estará aquí

El Presidente consideró que deberían imponerse restricciones más severas

en la inversión privada a las compañías

multinacionales. Solo dejaba al sector

 público como un agente de reactivación.

 

Laurence Whitehead, La política económica del sexenio de Echeverría

 

Hace unos días tuve una conversación con un empresario europeo quien, preocupado por la falta de pago y la incertidumbre en el sector energético en México, consultó con varios especialistas sobre cómo aminorar sus riesgos en este sector. Su confianza en el gobierno y el sistema jurídico mexicano para garantizar inversiones, después de las grandes promesas de la reforma energética de 2013, estaba ya por los suelos. Su confianza había sido minada, pero, sorprendentemente, se mantenía optimista sobre el futuro no tan lejano.

En nuestra plática, tal vez nublado en mi ceguera de taller nacional —tan usual en los mexicanos—, quise darle el panorama negativo de nuestro país. Circulaba ya el rumor de que el Presidente iba a presentar una iniciativa de reforma constitucional para, de hecho, hacer una expropiación indirecta de las inversiones privadas en generación de energía eléctrica. La iniciativa ya estaba anunciada en las “mañaneras” y algunos borradores daban vueltas entre especialistas en el sector púbico.

Días después de nuestra primera conversación llamé al empresario para informarle que se había presentado formalmente la iniciativa y el panorama era pesimista. Las preocupaciones estaban a la vista; México y su gobierno eran incapaces de proteger inversiones y empleos ya hechos por el sector privado, nacional y extranjero, en una visión nacionalista-proteccionista de los años setenta. Se reafirmaba su perspectiva anticuada del Estado como el rector y creador de riqueza nacional; no la protección de las personas que trabajan y sudan a diario para proteger su dinero.

En un momento de la llamada telefónica, frustrado por la irresponsabilidad de esta iniciativa constitucional, le dije: “Con estas acciones y bandazos se cancela toda seguridad jurídica” —asumiendo mi papel de abogado—. Sin embargo, el empresario, con la calma de sus años de experiencia sobre México, me dijo, en tono muy calmo: “México siempre estará ahí, independientemente de un presidente o gobierno”. ¿Qué veía él que yo no? ¿Acaso no eran indudables las malas acciones del gobierno?

Su respuesta me dejó helado, pero, ante mi voz de desconcierto, el empresario señaló: “En todos mis años de trabajar con México, siempre hay una luz al final del túnel” y, añadió, “le faltan tres años a este gobierno y el próximo compondrá los errores”. Y es que, al final, no obstante, las locuras o errores de un gobierno, México seguirá en pie. Con las ventajas competitivas de tener a Estados Unidos de principal socio comercial, ser una economía muy dinámica, con mano de obra calificada, gente trabajadora y empresarios, nacionales y extranjeros, dispuestos a arriesgar su dinero en nuestro país.

Así, independientemente de un presente pesimista, el futuro siempre se verá mejor. Al igual que nuestros padres lo vivieron con los errores nacionalistas de Echeverría, esto también pasará pronto y veremos con sabiduría este tiempo perdido. Las palabras del empresario europeo serán más válidas que nunca: México siempre estará aquí.

 

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