Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

24 Feb, 2021

Otrodatismo

Esperábamos que se dejara atrás la retórica de campaña. Las promesas irreales. Los sinsentidos de costosas proposiciones al electorado. Pensábamos que el discurso se moderaría ante la enorme labor de gobernar un aparato burocrático complejo, una economía dinámica y diversificada, una sociedad plural y una democracia, con distintos actores con visiones políticas desiguales, pero con el objetivo de mejorar. Pensábamos que el candidato dogmático sería un presidente pragmático.

Pero no. Durante los dos años con dos meses de esta administración –incluso desde el periodo donde fue un gobierno electo– ha imperado la desconfianza, el totalitarismo de una visión política, la pontificación desde una homilía matutina y el culto a la personalidad. Las decisiones son unilaterales y centralizadas por el Presidente en materias tan diversas, que van desde los viajes de los burócratas al extranjero hasta las decisiones de continuar o cancelar enormes proyectos de infraestructura.

En todo esto, el catalizador de la debacle fue la cancelación del Nuevo Aeropuerto en Texcoco, un proyecto que llevaba décadas en el tintero y que finalmente se estaba ejecutando, con fallas y complicaciones —como todo proyecto de esta naturaleza—, pero que iba a ser exitoso. Su cancelación, bajo el engaño de una encuesta, sentó las bases para una desconfianza mutua entre inversionistas y el gobierno. Imperó entonces la visión de que el Estado lo es todo.

Llegamos a esta semana con un tema que se advertía desde las cámaras empresariales, el sector privado y los analistas: el caldo sería más caro que las albóndigas en la cancelación de ese proyecto. Desde el sector de transporte aéreo y el sector privado se hicieron cálculos y advertencias sobre los enormes costos financieros y políticos que traería un hecho que a todas luces parecía más un capricho que un tema necesario o racional.

Sin embargo, imperó el otrodatismo del Presidente y finalmente se canceló. El resultado, publicado esta semana, de acuerdo con cálculos de la Auditoría Superior de la Federación, es que se erogarán más de 331 mil mdp en este proceso, incluyendo la terminación anticipada a proveedores, repago de bonos, costos legales, inversiones ya ejercidas y otros. El costo financiero y económico es enorme para el Estado mexicano: representa 2.4 veces el presupuesto el 2020 para el Poder Judicial, casi el mismo presupuesto para educación, 2.2 veces el presupuesto de la Secretaría de Salud, una tercera parte del presupuesto del IMSS y 88 por ciento del presupuesto del ISSSTE.

Además de ello, el costo es incalculable para la confianza de los inversionistas y el futuro económico de nuestro país. Esto, aunado a las decisiones dogmáticas en materia de energía y la pandemia de covid-19, han significado un decrecimiento económico sin precedentes desde los años 30 del siglo pasado.

Sin embargo, impera todavía el otrodatismo. Ante las obligadas preguntas sobre el reporte de la Auditoría Superior, el decrecimiento económico, el manejo de la pandemia y otros temas de suma importancia, la respuesta fácil es negar la realidad o ajustarla a una cómoda posverdad.

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El problema es que ese otrodatismo está siendo derrumbado por la realidad de una crisis económica sin precedentes.

Twitter: @rperezalonso

www.rodrigoperezalonso.co

 

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