Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

29 Ene, 2020

¿Paternalismo regulatorio?

En el orden jurídico mexicano es común que las conductas de los regulados se codifiquen en las normas jerárquicamente inferiores a los reglamentos. Así, tenemos disposiciones normativas con nombres tan diversos como los lineamientos, circulares, normas, reglas y otros actos administrativos que forman parte de lo que es, de acuerdo con algunos expertos en derecho administrativo, más del 80% del orden jurídico federal.

En esas normas de carácter inferior se regulan múltiples conductas en actividades tan diversas como el trabajo, sanidad, salud, telecomunicaciones y hasta el etiquetado de productos de consumo. Toda esta complejidad de normas añade costos para las industrias y comercios que se ven obligados a cumplirlas y, en ocasiones, crean una telaraña de normas que es difícil de cumplir.

Las normas tienen una tendencia a regular conductas y son diseñadas usando las tendencias y objetivos que le impone el legislador o los reguladores bajo su visión ideológica. En ese sentido, normalmente los gobiernos de izquierda tienen una tendencia a utilizar la regulación viendo a los ciudadanos como “hijos” que deben ser protegidos. Por otra parte, está la tendencia de otros gobiernos en intervenir lo menos posible para, así, “favorecer” el crecimiento de industrias y comercios.

En EU, por ejemplo, los demócratas tienden a buscar mayores regulaciones para proteger a los trabajadores, el medio ambiente, a los consumidores y otros grupos que deben ser “protegidos”. Los republicanos buscan una agenda desregulatoria que favorece más al mercado y tienden a tener sospechas de la regulación. En el caso de Europa, dada su historia, se busca proteger los derechos bajo una visión más paternalista que en EU.

Son estas dos visiones las que durante los últimos meses han estado vigentes en los debates sobre temas como las compras de medicinas y equipamiento médico hasta el etiquetado de productos de consumo. Lo que sin duda sigue el gobierno de López Obrador es, además de una visión estatista, la tendencia del paternalismo jurídico. Para ejemplo, en la mañanera del lunes, el subsecretario de Salud, López-Gatell, criticó “la lógica de mercado, según la visión que se tenía antes, de que los privados… son más eficientes”, al referirse a los contratos de compra de medicamentos.

Otro ejemplo es la reciente aprobación de la NOM-051 de Economía y Salud, referente al etiquetado frontal de alimentos y bebidas. Siguiendo el ejemplo de Chile, se impuso una visión que causó mucho malestar entre los empresarios. En el caso específico, el objetivo central de este etiquetado fue el evitar la obesidad y mejorar la nutrición de los mexicanos. Sin embargo, bajo este paternalismo regulatorio, la norma puede generar más problemas de los que intenta solucionar. Además de que se desestimaron los comentarios al proyecto, la NOM incluye obligaciones de etiquetar con lenguaje como “exceso de”, lo que se entiende con una connotación negativa.

En pocas líneas es difícil analizar esta NOM. Sin embargo, lo que es sin duda cierto es que, incluso en el diseño normativo, la ideología se está imponiendo al pragmatismo que busca un justo medio.

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