Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

11 Nov, 2020

¿Y las encuestas?

En 2016, ante una campaña corrosiva y divisiva, el candidato Donald Trump usó técnicas sin precedentes para desacreditar a su oponente, Hillary Clinton, que violaron cualquier resquicio de decoro político. Clinton siguió una campaña bastante ortodoxa, enfocándose en los temas más que en desacreditar a Trump. El resultado es para todos conocido: los sentimientos son generalmente el peor enemigo de la razón al momento de emitir un voto y tuvimos cuatro años de Trump.

En esa campaña, al igual que ha sucedido en diversas elecciones presidenciales en México, las encuestas erraron a favor de una candidata, para ser desmentidas por la realidad de la votación. Hace cuatro años, el New York Times y otros prestigiosos medios pecaron de optimismo en sus encuestas.

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Lo mismo sucedió con diversas encuestadoras en México en la elección de Enrique Peña Nieto —con un margen de ganancia menor al anticipado—. La gran pregunta ha sido, entonces, si las encuestas son buenos presagios del día de la elección.

La respuesta no es sencilla. La realidad es que, como dice una máxima de la política, las elecciones se ganan el día de la elección (y no antes).

Las encuestas son una fotografía del momento en que se levantan y pueden fluctuar por diversos factores; por ejemplo, el miedo

de los encuestados a manifestar sus preferencias, un inadecuado levantamiento,

el error humano o incluso que los electores más involucrados son los que normalmente responden las encuestas. Sin embargo, lo que hacen éstas es visualizar un posible futuro, limpiando un poco más la bolita de cristal.

Las encuestas previas a la elección de este año en diversos medios como el propio NYT, el Washington Post, CNN y otros, le daban una amplia ventaja a Joe Biden. Sin embargo, el día de la elección todo parecía que se repetiría la historia de 2016, donde se sobreestimó el peso de los demócratas en las elecciones a nivel estatal, donde, verdaderamente pesaban los votos, y ganaría Trump. Por fortuna, conforme fue avanzando el conteo de votos la tendencia se hizo, tarde pero seguro, irreversible a favor del candidato demócrata.

Lo cierto es que la complejidad del sistema de elección indirecta (a través de un colegio electoral y no a través de los votos directos), el peso diferenciado de ciertos estados y la poca previsibilidad de los votantes no identificados bajo el partido demócrata o republicano, hace difícil prever cada vez más las elecciones en Estados Unidos. En veinte años, dos Presidentes republicanos han llegado al poder sin el voto popular directo pero con los votos del colegio electoral (Bush Jr. y Donald Trump).

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Y el error diplomático…

México es el papel de principal socio comercial de Estados Unidos.

La integración de nuestras economías es tal que se intercambian bienes por mil millones de dólares al día entre los dos países y un número mayoritario de localidades de EU tienen como principal socio a México. Desde la firma del TLC en 1994 se rompieron paradigmas de sospecha entre las dos naciones y ahora somos interdependientes.

Por ello, llama la atención el error del Presidente al no emitir un pronunciamiento y felicitar a Joe Biden. No se trata de un tema de elecciones, sino geoestratégico.

 

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