Brasil: El desafío que se juega en las favelas

Las últimas semanas hemos vivido y participado en la euforia y las pasiones que provoca el Mundial de Futbol, sentimientos que han sido matizados por las protestas y movilizaciones sociales que comenzaron a realizarse hace más de un año con respecto la millonaria inversión que el país ha hecho como huésped de la Copa.

El futbol y las favelas son quizá dos de los iconos más representativos de Brasil. El resultado de este encuentro resulta irónico y, sin duda, controvertido cuando estamos frente al Mundial más caro de la historia con un presupuesto de 11,754 millones de dólares, tres veces mayor a la estimación original.

Brasil, conocido quizás por ser el país más futbolero, es también uno de los países con un alto porcentaje de la población en situación de pobreza en asentamientos humanos irregulares: 113 millones de personas en 6 mil 300 favelas –asentamientos informales con viviendas precarias sin acceso a servicios básicos e incertidumbre jurídica sobre la tierra– en las distintas ciudades del país. La población total de México es de poco más de 112 millones.

La controversia generada a partir de estos dos factores es sólo uno de los muchos conflictos engendrados por el complejo sistema económico mundial, donde los desalojos de aproximadamente 250 mil personas, de acuerdo con la Articulación Nacional para la Copa del Mundo, ponen en la mesa la discusión de cómo se vulneran los Derechos Humanos de las personas que viven en asentamientos no sólo en Brasil, sino en América Latina y alrededor del mundo. 

Diferentes movilizaciones, ONG’s e iniciativas se han dado a la tarea de mostrar al mundo la situación urgente que se vive a nivel social: desalojos forzosos, violencia policial, especulación inmobiliaria e inestabilidad, la situación de los habitantes en condiciones de pobreza sufre de amenazas que van más allá del mes mundialista; son desafíos con los que se enfrentan de manera cotidiana y que, como podemos ver durante estos días de futbol, representan un verdadero reto para los países con economías “emergentes y prometedoras” como Brasil.

No solo en Brasil, sino en gran parte de nuestro continente y del mundo, los Derechos Humanos de las familias más vulnerables parecen no existir. En todos los países donde TECHO está presente lo vemos sistemáticamente en el acceso desigual que tienen a la salud, la educación, el trabajo, la tierra, por mencionar algunos. Pero también vemos, en los mismos países, comunidades que buscan organizarse y que trabajan incansablemente para salir adelante, buscando la reivindicación de sus derechos. Al interior de las favelas y los asentamientos, la lucha no deja un día de descanso.

Sobran casos concretos. Uno de ellos es “Anita Garibaldi”, una favela a 10 km del aeropuerto de Guarulhos, San Pablo. De los millones de personas que han llegado por ese lugar para ver jugar a sus selecciones nacionales ninguno conoce la existencia de ese asentamiento ni mucho menos de su equipo de futbol.

Denunciar la vulneración de derechos y el rezago social que existe en Anita Garibaldi y en los miles de asentamientos precarios de Latinoamérica tiene que ser el primer paso, no el único. Si 1 de cada 4 personas en áreas urbana  en el mundo habitan en asentamientos irregulares, es porque no hay una clara voluntad política ni del resto de la sociedad para que esto cambie.

Y ese cambio sólo puede venir en la medida que conozcamos e integremos a las familias de las comunidades más vulnerables. Si queremos soluciones sustentables, partamos por escucharlas y trabajar conjuntamente. Anita Garibaldi decidió desafiar al Campeón del Mundo a un partido de fútbol, reuniendo eses dos elementos tan característicos de Brasil y recordándonos que los retos más grandes a veces vienen de lugares muy pequeños.