Día Mundial del Medio ambiente: por un consumo responsable

No existe ninguna comunidad en el planeta que no dependa de alguna forma del medio ambiente en el que se desenvuelve; desde la gestión de recursos hasta la generación de medios de superviviencia, este se encuentra inmerso en todos los aspectos de la vida cotidiana de sus habitantes y su estado es determinante para el desarrollo de las personas en todos los ámbitos.

 

En las comunidades que se encuentran en situación de pobreza el medio ambiente influye de manera mucho más directa en los niveles de vulnerabilidad y fenómenos que pueden afectarles; desde enfermedades respiratorias hasta desastres naturales, el cuidado y manutención son piezas clave para impulsar su desarrollo, por lo que es uno de los principales elementos que deben cuidarse cuando se busca impulsar el desarrollo comunitario. 

 

Este 5 de Junio, Día Mundial del Medio Ambiente, hacemos un llamado a reflexionar acerca de las condiciones del entorno en el que se encuentran las comunidades.

 

Tomando como base el slogan de este año “Siete mil millones de sueños, un solo planeta. Consume con moderación” nos preguntamos ¿Cómo afecta nuestro consumo a las comunidades con las que trabajamos? y más importante aún ¿Cómo podemos hacernos responsables de disminuir este impacto con pequeñas acciones?

 

En la generalidad se tiene la idea de que son las personas en situación de pobreza, aquellos sujetos faltos de educación, quienes a través de sus acciones son los principales responsables de generar acciones con impacto negativo en el medio ambiente. 

 

La descendencia numerosa, la falta de una "cultura verde", el desconocimiento de los procesos básicos de reciclaje y una educación ambiental inexistente, entre otros, son suficientes para señalarlos como quienes representan la principal amenaza para el desarrollo sostenible. 

 

Sin embargo, pocas veces nos detenemos a pensar en cómo contribuimos nosotros a la generación de ese impacto. 

 

Fuera del argumento de “no tirar basura en la calle”, la idea del consumo se queda en la superficie; la demanda exigente de bienes como automóviles, teléfonos celulares y demás dispositivos tecnológicos desemboca necesariamente en una explotación del ambiente de la cual nos deslindamos al abogar por el avance tecnológico, el cual no es obligatoriamente malo, pero bajo el cual estamos obligando a generar una producción que no siempre es esencial para nuestras vidas.

 

Pero como dice el dicho: tanto peca el que mata la vaca, como el que le agarra la pata.