El reto de erradicar la pobreza

Acciones contra la pobreza -
Durante el segundo Informe de Gobierno de la República, el Presidente Enrique Peña Nieto presentó el programa estelar de este sexenio para el combate a la pobreza “Prospera”, reformulando –como ha sido tradición los últimos cuatro sexenios- al programa anterior, “Oportunidades”. La justificación radica en “las limitaciones del programa Oportunidades”, planteando mantener las políticas de apoyo asistencial con la variante de un “énfasis en acciones para incorporar a sus beneficiarios en la vida productiva”. 
 
Con esto en mente habría que analizar la perspectiva desde la que se plantea la pobreza como problemática y cómo se ha planteado atenderla durante los últimos veinte años; desde Pronasol, cada uno de los programas estrella han planteado soluciones que piensan en la pobreza como un fenómeno perteneciente a lo rural. 
 
Si tomamos en cuenta que siete de cada 10 personas pobres viven actualmente en las ciudades, de acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación (CONEVAL), valdría la pena reflexionar en cómo es que esto afecta a los pocos efectos del programa dentro del contexto de la pobreza urbana y cómo es que esta se concibe en el desplegado de políticas y acciones que se han estructurado durante las últimas dos décadas – y considerar si es que esta falta de perspectiva es la que ha estado alimentando el incremento de la pobreza.
 
Tal y como lo analiza Luis Ángel Monroy Gómez Franco, la pobreza urbana se encuentra directamente relacionada con el ámbito laboral por la dinámica de monetización de las ciudades, es decir, tiene una mayor correspondencia con el salario mínimo y sus variaciones en la economía de la ciudad. En otras palabras, la pobreza se encuentra relacionada a los empleos a los que la población tiene acceso. 
 
En el caso de los habitantes en condiciones de pobreza que habitan las ciudades; el mercado informal. Bajo este contexto, eso significa que los posibles beneficiarios de Prospera ya se encuentran inmersos en la vida productiva y que muchos de ellos han llegado a las ciudades a partir de crisis económicas que involucran a las actividades rurales.
  
Esto también significa que, claramente, no han habido avances significativos en este tiempo. Con base en las más recientes cifras del CONEVAL, durante la actual administración encabezada por Peña Nieto, cada mes caen en la pobreza 105 mil personas. 
 
Esta cifra es tremendamente alarmante ya que, si no se logra revertir el incremento de la pobreza, podríamos alcanzar en 2020 la cifra máxima de 63 millones de pobres –presentada durante el sexenio de Zedillo. Esto aunado a que el pronóstico de crecimiento económico no pasa de 2.7%.
 
Tiene que pensarse en políticas económicas y sociales más justas, en el diseño de un programa social que considere las características de la pobreza urbana y la piense como un detonador de oportunidades y no de problemáticas para el crecimiento de las ciudades y, por ende, de la economía nacional, pero sobre todo que considere la informalidad en la que viven muchos de los habitantes en condición de pobreza y que a veces parece ser invisible para los tomadores de decisión.
 

Aclaración:
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