Una política económica que atienda la pobreza urbana
Acciones contra la pobreza -
Cada primer lunes del mes de octubre la Organización de las Naciones Unidas (ONU) hace un llamado a la reflexión acerca del estado general de los asentamientos y el futuro de las ciudades durante el Día Mundial de Hábitat. En la declaratoria de este año se puede leer:
En el marco de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, la comunidad mundial se comprometió a mejorar las vidas de 100 millones de habitantes de barrios marginales antes de 2020. En 2010 ya habíamos logrado esta meta y además por duplicado. Pero con el aumento de la urbanización también son cada vez más las personas que nacen o se establecen en esas zonas, por lo que el total de habitantes de barrios marginales sigue en ascenso”.
¿Qué significa estar 'al margen' de la ciudad?
Una gran parte de los asentamientos en México nacen a partir de la migración centro-ciudades que ha sucedido a lo largo de los siglos, no sólo en el país, sino en distintos lugares del mundo, acompañado por la promesa de una idea de ciudad que no ha acabado de concretarse.
Esta idea de 'las grandes oportunidades que una ciudad brinda', aunque no es del todo mentira, se vuelve una completa ilusión para los miles (o millones) de habitantes de zonas que se encuentran dentro de las ciudades, pero materialmente excluidos de participar en las dinámicas propias de las grandes urbes.
Este 'margen' se define por muchas cosas; acceso a servicios educativos, de salud, de ocio, a servicios públicos como drenaje, agua potable o electricidad, que no dependen siempre de si la zona se encuentra dentro o en las afueras de la ciudad,son comunidades que geográficamente forman las ciudades, pero no son parte de ellas.
"Estos barrios son la manifestación de un proceso urbanizador rápido e incontrolado; son lo que sucede cuando permitimos que nuestras ciudades se expandan sin diseño ni regulación previos y sin tener en cuenta a sus habitantes”.
Es decir, se encuentran en un espacio que simbólicamente representa la realización del ser humano moderno como elemento innovador en la historia, pero no pueden disfrutar ni aportar nada al entorno lo cual, en vez de ser un simple obstáculo, se convierte en un conflicto.
Para dar un ejemplo claro se tiene a la comunidad de 'Vías del amor' en Nezahualcóyotl, Estado de México. Al llegar al Aeropuerto Internacional Benito Juárez -en la Ciudad de México- puede uno imaginarse muchas cosas acerca de la ciudad a la cual está entrando y quizás una de las que nunca pasa por la mente es que a tan sólo 6 min de ese lugar -de acuerdo con mediciones satelitales- se encuentra una comunidad donde el ingreso promedio por habitante al día es de 16.00 pesos y en la cual un 83% de la población no cuenta con drenaje y/o utiliza una fosa séptica como instalación sanitaria.
En la infografía se muestra una radiografía de este asentamiento, formado en 2007 después del desalojo en un predio que unos meses después ostentaba un Centro comercial al cual, muy probablemente, ninguno de los antiguos habitantes del asentamiento podrá acceder en sus ratos de ocio al no tener el poder adquisitivo para disfrutar de este gran beneficio de vivir en una ciudad, que quizás en sus lugares de origen imaginaron tener -hablando de la ironía de la planeación urbana.
Infografía de Luis Ríos Medina
En esta comunidad, además, no se encuentra reconocida dentro de los mapas oficiales como parte de la zona metropolitana del Valle de México, una de las concentraciones urbanas más grandes del mundo.
Para los que habitamos una ciudad, es muy difícil relacionar estas condiciones de vivienda en un lugar con tantos elementos enriquecedores y con tantas vulneraciones en un espacio que, para nosotros, cuenta con componentes que parecen tan obvios como lo puede ser el agua entubada, piso de cemento o un techo en donde no hay goteras cada vez que llueve.
Eso tiende a sonar muy lejano, pero en realidad no lo es.
¿Cómo se traduce esta marginalidad en la economía de las ciudades?
Las ciudades se alimentan de la economía de sus habitantes, es decir, la dinámica de los espacios en las ciudades está directamente relacionada con el tipo de actividades que las personas que habitan en ellas ejercen.
Eso no es un secreto ni el descubrimiento del agua tibia, pero ¿qué pasa entonces cuando el 70% de las personas en pobreza habitan en una ciudad?
La informalidad del mercado laboral en México no es noticia nueva, puesto que durante los últimos veinte años se ha visto cómo la informalidad ha ido aumentando hasta representar el 60% de la PEA, porcentaje que tiende a oscilar unos cuantos puntos dependiendo de la estabilidad económica del país.
Si a esto le sumamos que el aumento al salario mínimo no corresponde con la inflación, el poder adquisitivo de la población –tanto en el sector formal, como en el informal- disminuye un poco cada año que pasa.
Siendo las ciudades lugares tradicionalmente caros para vivir, debido a la cantidad de servicios que ofrece, la capacidad de consumo de la mayoría de los habitantes que vive y transita en las ciudades disminuye y eso contribuye en gran parte al poco crecimiento tanto de pequeñas como medianas empresas, afectando en general al desarrollo y la sustentabilidad del país.
La pregunta ahora es ¿qué tipo de iniciativas ciudadanas pueden generarse para ir mermando los efectos de la economía desde las comunidades –pobres o no- que aporten al freno del deterioro económico del país? Quizás estas respuestas puedan, complementadas con políticas económicas enfocadas en la resiliencia ante crisis, evitar que el 60% de la población del país viva “al margen”.
kgb
Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.
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