¿La pandemia aumentó la deshonestidad de los estudiantes?

Aliat Universidades -
El plagio de textos en el mundo académico es una práctica común, sin embargo, con las clases en línea y la presión por sacar completar los programas educativos, esto se pude haber incrementado. Foto: Cuartoscuro.
El plagio de textos en el mundo académico es una práctica común, sin embargo, con las clases en línea y la presión por sacar completar los programas educativos, esto se pude haber incrementado. Foto: Cuartoscuro.

Uno de los temas más preocupantes en el mundo educativo, y que en muchas instituciones no se pone el suficiente cuidado, es el no respeto a los derechos de autor dentro de las actividades académicas (tareas, exámenes, ejercicios, tesis, etc.).

Una práctica negativa que requiere para su erradicación de fortalecer la cultura en valores, ética, así como de métodos adecuados de investigación documental.

En el mundo, desafortunadamente, hay incontables ejemplos de plagio en muy diversos ámbitos.

En el sector educativo suele ser recurrente la creación de tareas o trabajos escolares, o incluso de tesis, mediante el famoso copy / paste (acompañado de una débil o casi inexistente citación correcta de las fuentes de consulta).

Esta indeseable práctica impacta de modo severo en la calidad y credibilidad académica de cualquier institución. Quizá la falta de tiempo, la presión por obtener una nota académica o el escaso o nulo conocimiento de cómo citar y referenciar de manera correcta, podrían incidir, entre muchos otros aspectos, en el hábito nocivo del plagio.

En el presente, al movernos en modelos híbridos o virtuales, debido a las necesidades sanitarias y por la propia evolución de los sistemas educativos, se ha detonado la preocupación por las actividades relacionadas con la resolución de exámenes, el desarrollo de tareas o ejercicios y la atención a las clases virtuales, aunado al sensible tema de la réplica y la falta de originalidad en los trabajos escritos.

El origen de este problema viene desde la educación básica. En esta etapa temprana debemos, tanto colegio, alumnos, docentes y padres de familia, enseñar a los estudiantes competencias de pensamiento crítico, análisis, síntesis y de respeto a los derechos de autor.

Se les debe capacitar para referenciar de modo correcto una fuente de consulta, pero sobre todo debe fortalecerse la cultura ética y de valores, que en muchos casos no se aborda dentro de los planes de estudio o se ve de manera general, sin profundizar.

No solo es importante impulsar el desarrollo profesional-académico sino también consolidar el crecimiento personal integral.

Ahora bien, el tema del plagio u honestidad académica no es un asunto exclusivo de los estudiantes o de la actividad habitual de enseñanza-aprendizaje, este es un fenómeno que impacta incluso a las instituciones educativas que generan contenidos (con equipos de desarrollo específicos o mediante docentes).

Por tal razón, es fundamental implementar, siempre, métodos de validación de la originalidad de contenidos, así como establecer buenas prácticas para el correcto uso de las normas de referencia documental (como APA u otros sistemas).

Aunado al empleo adecuado de los derechos de uso de obras como Creative Commons o el Fair Use, donde se toman como referencia cuatro factores clave:

  1. El propósito y el carácter del uso, incluido si dicha aplicación es de naturaleza comercial o si tiene fines educativos sin ánimo de lucro.
  2. La naturaleza de la obra protegida.
  3. La cantidad y la relevancia del fragmento utilizado en relación con la totalidad de la obra protegida por derechos de autor.
  4. El efecto de tal utilización en el valor o en el mercado potencial de la obra protegida por derechos de autor.

La cultura de la honestidad académica tiene como apoyo tecnologías educativas que ayudan a validar la originalidad de contenidos, una tarea ardua y compleja.

En el mercado hay diferentes aplicaciones antiplagio que proporcionan reportes sistematizados de similitud, en los cuales se pueden identificar las fuentes de consulta originales de las que se tomaron los textos y el porcentaje de información extraída.

Estos sistemas ocupan los diferentes buscadores de internet y las bases de datos de tesis universitarias, entre otras, para ejecutar el rastreo de contenidos. Incluso, si la institución cuenta con alguna plataforma LMS, las aplicaciones antiplagio pueden detectar los trabajos o tareas entregadas previamente por los colegiales.

Aunque con estas utilidades, la recomendación es que los reportes emitidos se tomen como un apoyo o soporte para obtener las conclusiones finales respecto de si hubo o no esta falsificación.

Las acciones para fortalecer la honestidad académica entre nuestros estudiantes y equipo académico deben mantenerse siempre en un proceso constante de fortalecimiento de la cultura de valores, así como de adaptación a la evolución de los sistemas y tecnologías educativas.

Por ejemplo, además del plagio, hoy se deben tener en cuenta otros aspectos de gran relevancia derivados de la necesidad de migrar la educación hacia un formato virtual y uno de ellos es la suplantación de exámenes por parte de los escolares o la simulación de asistencia a las clases virtuales.

En primer caso, se ha tenido que implementar una técnica llamada Proctoring, la cual consiste en el monitoreo o vigilancia mediante el uso de recursos telemáticos de manera remota, a partir de los cuales se puede visualizar el equipo de cómputo del discípulo y limitar el acceso a otras páginas mientras desarrolla su examen.

En el segundo caso, a través de la cámara podemos tener control sobre su participación y lo que este haga durante la clase virtual, con la finalidad de evitar conductas incorrectas; todo esto soportado por tecnología de inteligencia artificial. Incluso, la autenticación del usuario-alumno se puede asegurar mediante la captación de los datos biométricos y de ese modo frenar los fraudes o suplantaciones.

Como se puede ver, hay diferentes herramientas para promover y consolidar lo que conocemos como honestidad académica.

Desde luego, y sin ninguna duda, la base para evitar prácticas como el plagio o la suplantación, entre otras, es trabajar desde la raíz del problema mediante la concientización del alumnado (y todos los actores educativos) sobre la relevancia que tiene una preparación profesional con base en la ética, los valores personales y el respeto a los derechos de autor de las fuentes consultadas.

Desarrollemos pensadores críticos y analíticos que sean capaces de expresar sus propias ideas y obras, que sepan reconocer sus áreas de oportunidad y no solo busquen una buena nota, sino que se entusiasmen e interesen de manera genuina por adquirir conocimientos y competencias que los llevarán a ser reconocidos en el mercado laboral o del emprendimiento como profesionales con un alto valor ético.

Por: Jesús Deloya, director de innovación educativa de Aliat Universidades.

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