¿En verdad queremos regresar a la normalidad? 

Colegio de Contadores Públicos de México, A.C. -
 La costumbre de hacer nuevas actividades durante el último año las ha vuelto ahora normales, aunque sean diferentes y sustituyan anteriores a la pandemia de COVID-19. Foto: iStock
La costumbre de hacer nuevas actividades durante el último año las ha vuelto ahora normales, aunque sean diferentes y sustituyan anteriores a la pandemia de COVID-19. Foto: iStock

Mtro. Sergio García Quintana, Presidente de la Comisión de Finanzas y Sistema Financiero del Colegio de Contadores Públicos de México y Socio director GQC

En el último año, la rutina laboral y escolar se desarrolla desde casa, el llamado Home office y el Home school han estado presentes como actividades cotidianas. Los cambios de lugar para el desarrollo de las actividades fueron en un principio considerados como una alternativa temporal y tenían la finalidad de lograr la continuidad y se esperaba que en un plazo de dos o tres meses pudiéramos regresar a las actividades consideradas hasta ese momento como “normales”.

La normalidad es un adjetivo que califica una forma usual o repetitiva de hacer las cosas. La costumbre de hacer nuevas actividades durante el último año las ha vuelto ahora normales, aunque sean diferentes y sustituyan anteriores a la pandemia de COVID-19.

Las actividades tuvieron que evolucionar, sin duda, se adaptaron a los nuevos escenarios laborales y educativos a través de internet. Algunas personas tuvieron la oportunidad de dejar de pagar renta y regresarse a sus estados natales para trabajar y estudiar desde ahí, y de esta manera, convivieron nuevamente con sus familiares y amigos de los cuales se habían alejado en búsqueda de un futuro mejor en la capital del estado, de la República o incluso del extranjero.

Ante la posibilidad de vacunarse y evitar contraer este virus, que nos puede ocasionar la muerte, regresaremos a las actividades “normales” como las hacíamos antes de la pandemia, pero ¿qué tan bueno es regresar?

Ahora tenemos la oportunidad de levantarnos antes de que salga el sol y en lugar de ir a correr, hacer un poco de ejercicio o solo caminar para fortalecer nuestro cuerpo porque así podremos tener una mejor condición física y mayores posibilidades de resistir el ataque del virus. Iniciar el día con el indispensable aseo diario, tomar un desayuno saludable y entrar inmediatamente a las sesiones de trabajo en la computadora, sin consumir tiempo de traslado a la oficina. 

Con la vacuna, tendríamos que cambiar nuevamente esta rutina, bañarnos, vestirnos apresuradamente y prepararnos para enfrentar el tráfico desde la primera luz del día. Cuidándose de los conductores que tienen más prisa que los demás y decretan pasar primero que todos. También regresarán las mujeres y mamás trabajadoras que podrán irse maquillando mientras conducen, hablando por teléfono y vigilando a los niños que llevan a la escuela.

El regreso a la normalidad nos llevará a utilizar nuevamente el coche y a incrementar las estadísticas de autos robados, las cuales hasta ahora están a la baja por la inmovilización y recomendación de “quédese en casa”, lo cual ha suscitado, durante el año 2020, un incremento de las utilidades de las compañías aseguradoras al disminuir los pagos de los siniestros por robo de autos. 

Por otro lado, de vuelta a la rutina, si no tiene estacionamiento asignado en su empresa, tendrá que llegar y buscar un lugar cerca de la oficina, negociando con el “viene, viene” para que quite uno de sus botes o botellas y le permita estacionarse en uno de sus espacios reservados, a cambio de una cooperación. Y si usted no tiene automóvil tendrá que regresar al uso de peseros, metro o Metrobús, con el alto volumen de pasajeros en las horas “pico”, que tal vez lo obligará a desafiar las leyes de la física y entrar, aunque la mitad de su cuerpo quede fuera e impida cerrar las puertas del metro.

Algunos tenderíamos a que, por la falta de tiempo para desayunar y antes de entrar a la oficina, hacer una parada estratégica en el puesto de los tamales y pedir una “guajolota” y un atole que nos mantendrá sin hambre una buena parte del día, aunque no vaya muy de acuerdo con la dieta de verduras y fruta recomendada por los especialistas de la salud.

Esta nueva “normalidad” generará un boicot y nos alejará de los planes y objetivos de llevar una vida más sana y de ejercicio, pues nuevamente buscaremos un lugar para comer sujeto al presupuesto y al consumo obligado de calorías ofrecido por el restaurante, en lugar del nutritivo alimento que la estancia en casa y la consulta de recetas en internet, permitió preparar para la familia, con los deseos y la conciencia de alimentarnos mejor.

Con el regreso a laborar con “normalidad” tal vez dejaremos de usar el equipo adquirido para hacer ejercicio en casa, cuando la pandemia mantuvo cerrados los gimnasios. La fuerza de voluntad y la costumbre adquirida de hacer ejercicio para mantenerse en forma y disminuir la posibilidad de morir por ser diabético, tener la presión alta o simplemente estar gordo, estará a prueba para mantener una disciplina diaria y no se quede como los clásicos propósitos de año nuevo, que llevan al deportivo a mucha gente durante el primer mes y a medida que pasan las semanas, se van quedando vacíos con la asistencia de los usuarios de siempre.

Una desventaja es que el regreso desigual a las actividades laborales y escolares, puede ocasionar que los integrantes de la familia tengan que salir a trabajar y los niños se queden en casa a seguir tomando sus clases sin supervisión ni apoyo, o bien, a que uno de los padres salga a trabajar y el otro quede a cargo de realizar actividades que usualmente realiza su pareja y que además le reste tiempo dedicado a su trabajo.  

Quizá se traslape el horario utilizado para regresar a casa y que se empezó a utilizar en casa para estudiar un diplomado o una maestría en línea y se pueda impedir su continuidad ya que el tiempo de traslado y de permanencia en la oficina es para desarrollar actividades laborales y no de capacitación de temas que pudieran estar o no, relacionados con aquellos para los que fueron contratados y de los que depende su sueldo.    

De cualquier manera, la normalidad anterior al año 2020 y la nueva normalidad acuñada durante la pandemia se convertirán en un modelo híbrido de actividades laborales y educativas que no se tenían previstas. Cada uno de nosotros iremos buscando opciones que nuestras capacidades puedan cubrir. Sin duda, aquellas nuevas habilidades adquiridas durante la ; tecnológicas, interpersonales, laborales y empresariales serán indispensables para nuestro tiempo.

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.
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