Cómo meter la pata y reducir las pérdidas

De finanzas y otros demonios -
Equivocarse es totalmente natural, el problema es que rara vez nos enseñan cómo reaccionar cuando nos damos cuenta de que algo no está funcionando. Foto: Foto: Flickr de Gillie Rhodes CC [CC BY-NC-SA 2.0]
Equivocarse es totalmente natural, el problema es que rara vez nos enseñan cómo reaccionar cuando nos damos cuenta de que algo no está funcionando. Foto: Foto: Flickr de Gillie Rhodes CC [CC BY-NC-SA 2.0]

¿Alguna vez  has sentido que metiste la pata en algo importante? Yo sí, por ejemplo:

  • Llevaba tres semestres estudiando la carrera cuando tuve la impresión de que no era para mí.
  • Un día desperté convencida de que no llevaría a nada bueno seguir una relación de pareja que me estaba haciendo más daño que bien.
  • Cuando empecé a estudiar finanzas personales, supe con certeza matemática que el seguro dotal para mi retiro que había contratado hacía cinco años era una mala decisión.

Equivocarse es totalmente natural: parte de crecer, aprender y ser humano. El problema es que rara vez nos enseñan cómo reaccionar cuando nos damos cuenta de que algo no está funcionando. Incluso carecemos de práctica para manejar correctamente los pequeños errores cotidianos. Por ejemplo, imagina que vas al cine y a la mitad estás convencido de que la película es terrible. El costo del boleto debe ser irrelevante, porque ya no se puede recuperar, y para decidir si salir o no de la sala solamente importa que deberemos invertir otros 60 minutos de tortura. ¡Pero no! Muchos nos quedamos a ver la película completa porque ¡el boleto salió muy caro!

La buena noticia es que meter la pata con estilo y cambiar de rumbo es muy fácil. Basta con entender el costo hundido y practicar el arte de no considerarlo a la hora de tomar decisiones.

El costo hundido se refiere a costos en los que se incurrió en el pasado y que no pueden ser recuperados. Por lo tanto, si queremos tomar una decisión de inversión racional, estos costos no deben tomarse en cuenta, y solamente debemos considerar costos futuros evitables. Y esto aplica a todo tipo de inversiones, no solamente de dinero, sino también de tiempo, cariño, esfuerzo, etc.

Cuando supe que no me gustaba la carrera que estaba estudiando, no debía tomar en cuenta todos los semestres que ya había cursado, sino los que me faltaban, y la vida profesional que tenía por delante. Como no quería perder año y medio de colegiatura y de mi vida, perdí cuatro años y medio, porque me titulé pero me dediqué poco tiempo a lo que estudié en la licenciatura. Y por desgracia, este es un error de las mayorías pues, en México, la mitad de los egresados no ejerce su profesión.

Pero tomar en cuenta costos hundidos al decidir no es un error privativo de universitarios inexpertos. Me sorprende, por ejemplo, la cantidad de figuras públicas, entre las que se encuentran supuestos “expertos”, que aseguran que no se debe cancelar la construcción del aeropuerto de la Ciudad de México en Texcoco porque habrá “pérdidas” millonarias. No puedo evitar sentir unas tremendas ganas de cachetearlos a todos ver si se espabilan un poquito.

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Como ya vimos, deben tomarse en cuenta muchos puntos a favor y en contra de la construcción, pero lo ya invertido debe estar fuera de discusión. Si el lugar del aeropuerto no es correcto, seguir construyéndolo significaría aumentar las pérdidas aún más, como seguir cavando en el hoyo equivocado hasta que ya no se puede salir de él.

Entonces, ¿por qué cuesta tanto trabajo dejar de lado los costos hundidos, si es la forma más racional de decidir? Hay cuatro razones principales:

1. No te das permiso de estar equivocado

No es fácil aceptar nuestros errores o cambiar nuestra forma de pensar. Tendemos a considerar nuestras opiniones como parte de nosotros mismos, y por eso nuestro ego no toma muy bien la decisión de cambiar el rumbo. Para superar este obstáculo es importante darnos cuenta de que nuestras creencias no tienen por qué ser parte inseparable de quiénes somos, y cambiar de opinión concienzudamente es una fortaleza, no una debilidad.

Para facilitar el proceso, ayuda mucho tener un plan B desde que tomamos la decisión: si consideramos las opciones disponibles si no funciona algo, el golpe al ego es menor y las consecuencias del error se pueden minimizar. Un ejemplo de planes B son los contratos prenupciales, empezar los proyectos con una menor inversión (rentar en vez de comprar equipo, vender por Internet antes de abrir un local, etc.) y tener un colchón de ahorros para imprevistos.

También es posible que tengamos que enfrentar el juicio de otros cuando cambiamos de parecer. A muchos les da seguridad tratar con gente inamovible en sus ideas, aunque esto signifique que persista en un camino equivocado.

2. Tienes una fuerte aversión innata a las pérdidas

Repetidos estudios lo confirman: preferimos dejar de ganar que perder. Psicológicamente, nos pesa el doble perder 100 pesos que ganar 100 pesos. Este fenómeno tiene muchas implicaciones en la forma de manejar nuestras finanzas personales. Por ejemplo, mucha gente prefiere guardar su dinero en una cuenta bancaria, porque no sabe que pierde entre 40 y 70 por ciento de su valor en diez años; pero le da miedo meterlo en una inversión que conlleve ciertos riesgos de pérdida.

Entonces los costos hundidos se ven como una pérdida que podría no tenerse si se sigue el curso, aunque esto lleve a más pérdidas a largo plazo. Cuando hice cuentas sobre mi seguro dotal, vi que perdería decenas de miles de pesos si lo cancelaba. Sin embargo, como ese seguro era a treinta años y no garantizaba rendimientos, al final perdería más de un millón de pesos. Incluso con los números enfrente me costó mucho trabajo cancelarlo y recibir solamente una fracción del dinero que había invertido.

Para que la aversión a las pérdidas pasadas no dirija el timón, es importante estar consciente de que se sentirá feo perder sin importar que sea la decisión correcta, y también hay que motivarse teniendo muy presentes las pérdidas futuras, no sólo de dinero, sino también de paz mental y tiempo.

3. No ves las ganancias de las pérdidas

Cada vez que cometemos errores, aprendemos. Cada vez que tomamos un camino, adquirimos nuevas experiencias, conocemos gente, cambiamos. Cuando nos damos cuenta de que hemos metido la pata, debemos estar conscientes de todo lo que hemos ganado con ello. Hace unos años ignoré una notificación del SAT porque estaba declarando en ceros. Fue un curso muy efectivo de 10,000 pesos sobre la importancia de atender todas las notificaciones del SAT sin excepción. En la carrera que no me gustaba hice amigos y aprendí uno que otro truco que me ha servido. De las relaciones rotas he aprendido cómo hacer que duren. Lo importante es aprender la lección y seguir adelante. No quedarnos atorados porque hay costos hundidos.

4. Eres resiliente

A muchos nos han educado con la frase: “Hay que terminar lo que se empieza”, sin enseñarnos también que la persistencia es un defecto cuando se persiste en el error. Es posible terminar como autómata esa carrera que odias, jubilarte en ese trabajo que te mata el alma, cumplir 50 años de infelizmente casado, y continuar con ese proyecto que te endeuda cada día más… pero al hacerlo, te estarás cerrando la posibilidad de estudiar lo que te apasiona, trabajar en lo que te gusta, vivir con quien amas y tener ganancias. Y la vida es muy corta para vivirla así.

Es importante ser persistente en tus metas, pero hay que tener las metas bien definidas, y darte cuenta de que no son tan específicas como crees. Tu misión en la vida no es licenciarte de abogado, trabajar en el bufete de tu tío, estar casado con Ariel, y rescatar el negocio de dulces. Lo que deseas realmente es tener bienestar, amar y ser amado, levantarte entusiasmado por las mañanas, irte a la cama en paz. Si persistir en algo que quieres te estorba para lograr lo que realmente quieres, entonces deja de tomar en cuenta los costos hundidos y cambia.

¿Quieres leer más sobre el tema? Da clic aquí para leer un post al respecto en uno de mis blogs favoritos, Vivir al máximo.

Y a ti, ¿qué costos hundidos te han impedido cambiar el rumbo?

Jbf

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.
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