Los puentes peatonales son para los autos

No es poco común que las y los gobernantes utilicen la construcción de los puentes peatonales como carne política para presumir cuánto contribuyen a su ciudad, aunque la enorme mayoría de ellos no los utilice en su día a día; y esto queda latente en el pésimo diseño y construcción de los mismos, que vuelve una labor sumamente complicada cruzar una calle de apenas unos pocos metros de ancho.

Incluso, en el afán de ser “incluyentes”, se construyen puentes peatonales con rampas en vez de escalones, que no suelen ser tan incluyentes como pensamos. Hace unos meses, me tocó vivir la travesía de una persona en silla de ruedas intentando utilizar un puente peatonal. Ante la insistencia de esta persona de no recibir ayuda, decidí acompañarle y me percaté de la dificultad que implica utilizar uno de estos puentes, tardando casi 20 minutos en poder cruzar una calle que, dada la velocidad permitida, era una trampa mortal si se decidía no utilizar el puente peatonal. Quadratín Hidalgo documentó lo tortuoso que es cruzar los puentes peatonales construidos en Pachuca para el acceso al Tuzobús, como se conoce al BTR que se encuentra en fase de implementación en dicha ciudad.

Bajo el paradigma actual de la movilidad urbana, los puentes peatonales, contrario a lo que su nombre indica, sirven a los automóviles para que puedan circular a velocidades altas sin verse afectados por las y los peatones que buscan cruzar de un lado al otro una calle o avenida.

Si pensamos en ciudades hechas para las personas y no para los autos –cada vez que recuerdo que construimos durante el último medio siglo nuestras ciudades para estas máquinas en vez de para nosotros, no puedo evitar reírme– los puentes peatonales no hacen sentido alguno. Los construimos para que el automóvil no tenga que detenerse ante las y los peatones, privilegiando así a una máquina. En serio, piénsenlo un par de minutos y la idea comenzará a ser cada vez más ridícula, como realmente es.

Hace unos días, uno de mis tuiteros favoritos sobre movilidad urbana sustentable, el danés Mikael Colville-Andersen (@copenhagenize), subió esta imagen de la situación antes descrita, pero llevada al absurdo en el sentido opuesto; es decir, en cómo serían las calles si supeditáramos totalmente al automóvil a las condiciones actuales de las y los peatones.

This makes perfect, logical sense. I approve. #urbanism pic.twitter.com/dF9LyibPV5

— M. Colville-Andersen (@copenhagenize) April 3, 2015

Parece increíble, pero exactamente eso hemos hecho aunque en sentido inverso. Como peatones, hoy en día debemos rendir pleitesía a su majestad, el automóvil, cuando debería ser esa máquina de varios cientos de kilogramos la que debería detenerse ante el rey peatón. Es inevitable usar esta referencia en alusión a la campaña donde han pintado coronas a las figuras humanas que representan al peatón en los cruces peatonales, iniciativa conocida como Rey Peatón y nacida en Medellín en 2013.

Entonces, ¿cuál debería ser el cambio de paradigma? No creo que debamos llevarlo al extremo de la imagen tuiteada por Colville-Andersen, sino hacer que automóviles, ciclistas y peatones convivamos de manera adecuada, siempre privilegiando al peatón: menores velocidades de tránsito para los automóviles en las ciudades, cruces adecuadamente señalizados –de preferencia, con semáforo peatonal en donde haya uno para autos– y la promoción de una cultura vial centrada en el peatón y no en el automóvil, que comience por exámenes de conducir adecuados y correctamente implementados para obtener la licencia de conducir.

Todas y todos somos peatones en algún momento del día. Todas y todos nos veremos privilegiados por un cambio de paradigma que privilegie a las personas y no a los automóviles.

*gl