Dos cosas que aprendí en el mundo del Rock and Roll

Irrazonable - Mente -
El rock y el emprendimiento se parecen mucho. Foto: Unreasonable México
El rock y el emprendimiento se parecen mucho. Foto: Unreasonable México

CIUDAD DE MÉXICO.- La vida tiene momentos cruciales donde tienes que tomar decisiones. Llevaba un par de años de graduado, ya había experimentado el trabajo mal remunerado y cerrado mi primera empresa (ya fui a las Fuckup Nights, no se preocupen).

Después de muchos currículos enviados y tres meses de frustración estaba por firmar un contrato con una empresa financiera-automotriz-corporativa cuando de repente (música de fondo inspiracional) un buen amigo mío me invitó a trabajar con él montando conciertos de Rock. ¡Vaya cambio radical!

El trabajo era genial: entre semana yo era el “office boy”: cobrar, hacer presupuestos, contratar técnicos de sonido, jinetear la lana. Pero el fin de semana había que ponerse una faja y aprender a cargar un camión lleno de bocinas pesadas. Y trabajar, trabajar y trabajar: jornadas laborales de 16 horas, conectar cables, platicarle al chofer del camión para que no se durmiera en la madrugada, dormir poco y escuchar el mismo concierto (mismas canciones, mismos chistes) más de 35 veces.

A pesar de que mi espalda envejeció ese año… las lecciones aprendidas son invaluables. Aquí un par de cosillas que se me quedaron de aquella experiencia:

 

Ya no puedo ver un concierto con los mismos ojos

Cuando veo un concierto hoy, no solamente disfruto del espectáculo sino que valoro el trabajo que hay detrás. Antes yo llegaba a un concierto, compraba una cerveza, escuchaba al grupo y remataba con la siguiente bebida espiritosa.

Y aunque lo disfrutaba un montón, perdía la perspectiva completa de lo que significa un concierto en su integridad. Hoy, cuando entro a un concierto evalúo cuidadosamente el tipo de bocinas, la manera en que se montaron, el tipo de estructura y luces que utilizaron e inevitablemente pienso en la cantidad de horas-hombre que se ocuparon para dejar aquello listo (también me acuerdo de mi espalda).

Voy a hacer aquí una comparación geek-emprendedora. Todos soñamos con construir la siguiente empresa que transforme México… y nos vislumbramos con los casos de éxito de mexicanos que “ya la hicieron” como Arturo Galván de Naranya cuya empresa opera en más de 18 países y factura millones de dólares (mentor irrazonable por cierto). O el caso de Banco Compartamos que pasó de ser una AC a una empresa que cotiza en bolsa. En mi mente estos ejemplos suelen ser “mis conciertos”. Los veo, los admiro, los disfruto… los añoro. Pero mi nueva perspectiva me ha ayudado a entender algo: por más geniales, inalcanzables e intimidantes que parezcan, hay muchas horas-hombre detrás de cada una de esas empresas.

Las espaldas de esos emprendedores están también desgastadas porque han dejado su vida para lograr sus sueños. El sacrificio y las desveladas han sido constantes… ¡por décadas!

Así que mi conclusión es la siguiente. ¿Quieres hacer de tu startup un “conciertote”?... ten paciencia. Las grandes cosas requieren mucho trabajo y años de dedicación. Ningún gran espectáculo se construye sin esfuerzo y horas y horas de preparación.

 

Cuando la guitarra no suena… hay que hacer un alto en el camino

Imaginen la escena: casi 3,000 personas esperando el cambio de banda, es decir, el reacomodo de los equipos para que pueda subir un nuevo grupo al escenario. Cuando el nuevo grupo está por comenzar resulta que la guitarra no funciona…

Esto significaba que algún cable (entre los centenares de cables que utilizábamos) estaba desconectado o averiado. Gajes del oficio… no pasa nada. De repente el entorno se pone un poco rudo y  al unísono centenares de personas nos comienzan a abuchear. En este momento nuestra mente comienza a traicionarnos. Sin siquiera pensar, comenzamos a desconectar y conectar. El abucheo persiste. Mi ex-jefe grita. Estoy atarantado y muy agobiado queriendo arreglar un problema actuando sin pensar. ¡Caos!

Si eres emprendedor… esta situación es muy común: cuando te quedan tres meses de dinero en la cuenta, cuando tienes que rescatar al cliente que representa más del 50% de tu venta mensual o cuando no tienes nóminas para pagar. ¡Gritas! ¡Desconectas! ¡Corres en círculos!

Afortunadamente para nosotros, mi ex-jefe (y gran mentor personal) me enseñó una lección: mientras todo el equipo corría en círculos desesperadamente, él sale al escenario y se sienta justo a la mitad (frente a 3,000 asistentes y cuatro músicos muy enojados). Y comienza a pensar. Entre el estruendo él está en silencio repasando todas las partes del montaje y evaluando en su mente dónde puede estar la falla. Tras un par de minutos, de pronto voltea con mucha serenidad y nos da tres indicaciones al equipo. Ejecutamos… y el problema quedó resuelto en segundos.

Comparación geek-emprendedora número dos: correr en círculos y apagar fuegos es a lo que se dedica alguien lanzando su startup con impacto social. Es fácil hacer, hacer y hacer sin pensar. Tienes la presión de los clientes, tus inversionistas y la presión social de tus familiares. Pero cuando las cosas estén en ese momento de mayor estrés, es importante simplemente hacer un alto en el camino y repasar las cosas importantes.

Para mí, la pregunta importante que constantemente tengo que hacerme es: ¿por qué estoy haciendo esto que estoy haciendo? ¿Vale la pena lo que estoy haciendo? Hacerme esta pregunta de vez en cuando me permite tener mi motivación intacta y ejecutar con más claridad.

Si me muero y vuelvo a nacer, volveré a conectar cables... Me enseñó un montón.

*livm

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.
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