Todo lo que baja, tiene que subir

Irrazonable - Mente -
Dos lecciones de emprendimiento que aprendí sudando, en la bicicleta de montaña. Foto: Especial
Dos lecciones de emprendimiento que aprendí sudando, en la bicicleta de montaña. Foto: Especial

CIUDAD DE MÉXICO.- El paisaje es espectacular. Soy el más amateur del grupo. De hecho, soy novato. Por primera vez en mi vida me lanzo a la aventura de levantarme un sábado muy temprano a experimentar la bicicleta de montaña (la parte de la aventura fue la “levantada temprano”… ¡sufro!).

Hay una primera cuesta quizá de kilómetro y medio de inicio. Llevo un modelo 486 (para los geeks), o el equivalente a un Super Nintendo (para los gamers) o simplemente un modelo ‘93 para el mercado más convencional. En otras palabras, una bicicleta que había comprado mi señor padre 20 años atrás, en sus años de juventud y belleza.

Tras los primeros minutos de subida, uno de los integrantes del grupo me hace un comentario gracioso (quizá no fue tan gracioso, no estoy seguro): “traes buen ritmo… porque con esa bicicleta que traes es difícil subir”.

Casualmente había diluviado un día antes en estas tierras (para nuestra suerte) y el campo ofrecía un espectáculo sin igual: un verdor, un paisaje, el emblemático cerro del Muerto aquicalidense al fondo y para el otro lado un cañón hermoso. Todo aunado a una excelente compañía.

La primera subida fue dura, pero sobreviví.

Continúo la travesía. El líder del grupo nos señala la ruta. ¡Soberbia bajada! Entre charcos, veredas, piedras, cruzar puertas, toparnos con ganado y sobrepasar un bordo lleno, los mezquites y los nopales (ya mostrando los primeros frutos) me dejan anonadado. La velocidad (ok, quizá no iba tan rápido pero yo me sentía Flash) era impresionante. Me teletransporté a cuando mis tenía 8 o 10 años. Estuvo sensacional.

El espectáculo no terminaría ahí: de repente entramos a un plano. Árboles ancestrales hacen un arco cubriéndonos del sol. Dejo de reconocer mi tierra. ¿Estoy en Nueva Zelanda? ¿O es esto la Comarca y quizá ahora me encontraré al Señor Frodo deambulando por aquí? Y entre todos estos pensamientos de belleza, admiración, anonadamiento y sudor… mi mente me lanza una pregunta: ¿qué tiene que ver la bicicleta de montaña con el emprendimiento?

Aquí es donde todo este relato se torna aburrido. Estoy precisamente buscando hacer este tipo de actividades diferentes en mi vida para olvidarme un poco del trabajo y encontrar espacios más razonables. Pero no puedo. Lo sé… soy de flojera. Dejemos entonces el relato romántico y permítanme compartirles la respuesta a la pregunta inoportuna e incómoda que mi mente me lanzó en esos momentos:

¿La conclusión?: emprender SÍ se parece a la bicicleta de montaña. Al menos eso creo. Les compartiré un par de pensamientos:

 

1.- Todo lo que baja (independiente de la velocidad que tú crees que llevas), también tiene que subir.

Como emprendedores tenemos siempre momentos de muchísima satisfacción. El estilo de vida irrazonable da flexibilidad en horarios, quizá un estatus (como que se ha puesto de moda que ser emprendedor es chido), conforme avanzas creces tus ingresos (más o menos) y hasta te puedes llamar “tu propio jefe”.

Es decir, en varios momentos sientes que vas “de bajadita”. Pero también hay un sentimiento de ir en constante subida. Disfrutas intensamente la bajada pero tienes que pedalear al doble de intenso para poder subir.

¿Sientes que vas de subida todo el tiempo? ¿Sientes que tu día se va apagando fuegos? ¿Que el mundo está conspirando para que todo sean problemas? Los emprendedores somos conscientes de esto. La regla para mí es muy sencilla: entre más retadora sea la cuesta… más disfrutarás “de la bajada”. Pero también he comprendido que esta dinámica, al escoger este camino, jamás termina. Así es la vida. Hay que pedalear de subida. Punto.

En mi vasta experiencia a bordo de una bicicleta de montaña (de toda una mañana) percibí, entre varias conversaciones, que el común denominador son las historias de caídas, huesos rotos, operaciones estéticas post-caídas y demás. Es un deporte de alto riesgo.

Uno de mis compañeros de grupo hace unos meses se había roto la clavícula. En algún momento intercambiamos palabras con otro rodante y nos platicó de su rótula desviada. Y nunca falta la tradicional historia del que se cayó de frente y le tuvieron que reconstruir la cara. No pude dejar de pensar: el emprendimiento es exactamente igual… es un deporte de alto riesgo.

Hace falta solo estar atento a los segundos jueves del mes en un montón de ciudades de México para ir a escuchar historias de fracaso empresarial en las FuckUp Nights.

El mundo empresarial está lleno de fracasados que lograron levantarse y seguir pedaleando, que sufrieron fracturas en todos los niveles al quebrar un negocio, al pelearse con su socio y amigo, al tener que despedir gente… Todos esos huesos del alma completamente destrozados y, sin embargo, siguen.

La adrenalina los cautivó. La adrenalina de seguir pedaleando, de arriesgar el físico con tal de disfrutar de esas bajadas y esos paisajes. Hay que tener estómago para subirte a una bicicleta y bajar con velocidad. Creo que los emprendedores tenemos un par (de estómagos también).

 

2.- La compañía, el equipo, la comunidad… ¡son indispensables!

Fue mi tío Luis Miguel quien me indujo a la bicicleta. Y se lo agradezco. Ver al grupo frente a ti, pedaleando por alcanzar una meta, instintivamente me hizo doblar esfuerzos. No quería separarme. Quería sentirme parte del esfuerzo colectivo. Y me ayudó.

Algo pasa con el cerebro cuando las metas son colectivas. Te compromete, te comprometes. Sientes un apoyo y al mismo tiempo sientes una responsabilidad por no abandonar, por no dejarlo para mañana. Las comunidades emprendedoras son igual: son una palanca, un respiro, un hack psicológico del cerebro. Son con quien puedes ir tanteando tu paso. Quienes entienden que estás de subida y bajada constante. Con quien puedes validar… pedir consejo, buscar apoyo.

 

Y así termina la romántica historia que tuve con mi bicicleta. El esfuerzo valió la pena. Los dolores musculares también. La bajada lo vale. El paisaje mucho más.

*livm

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.
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