¿Qué pasa en China que nos debe importar?

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China no devaluó al yuan, sólo se hizo a un lado. Foto: Numérico
China no devaluó al yuan, sólo se hizo a un lado. Foto: Numérico

La semana pasada nos encontramos con la noticia de que el Banco del Pueblo de China, el banco central del país, tomó la decisión de cambiar su régimen del tipo de cambio de uno con paridad fija a uno de libre flotación controlada. Dicha medida sobre el yuan no tendría mayor trascendencia de no ser por el contexto en que se desarrolla. Ante la coyuntura global, nos preguntamos: ¿Qué está pasando realmente en China? Y, ¿cómo afecta la situación en el país asiático a nuestro México? En esta entrada trataremos de exponer las respuestas a estas preguntas.

China no devaluó al yuan, sólo se hizo a un lado.

China decidió darle más peso al mercado en la determinación del tipo de cambio, lo que generó que el yuan cayera. El Banco Popular de China controla el tipo de cambio del yuan frente al dólar cada mañana por medio de la determinación del punto medio alrededor del cual la divisa china fluctuará durante ese día, en una banda de flotación de +/-2 por ciento. Por la forma en cómo se desenvuelve la economía china, fuertemente intervenida por el Estado, este punto medio hasta hace unos días era en la práctica determinado con factores que poco tenían que ver con el mercado. Ahora, esta referencia es simplemente determinada con el tipo de cambio al cierre de la jornada del día anterior.

Este pequeño cambio hace que China ahora tenga un régimen de tipo de cambio de libre flotación controlado. El régimen anterior le había permitido a China poseer la única divisa de una economía grande del mundo que se había apreciado contra el dólar en los últimos doce meses. En cuanto el mercado pudo afectar más libremente el tipo de cambio en China, llevó al yuan a niveles más normales con el contexto global: la hizo caer.

 

Las exportaciones mexicanas apenas perciben el cambio; la economía china también

Hoy las exportaciones mexicanas son 26% más baratas en términos del dólar que hace un año, mientras que las chinas sólo 4 por ciento. Es decir, mientras que el peso se ha depreciado un 26% en un año contra el dólar, el yuan lo ha hecho un 4%, aun considerando los movimientos de la última semana. Leemos en los medios mexicanos que la devaluación china representa un riesgo para las exportaciones mexicanas al ser más baratas. Sin embargo, no vemos un riesgo tangible para los exportadores mexicanos ya que aún con los cambios, las exportaciones mexicanas son 6 veces más baratas que las chinas en términos del dólar.

Desde 2012, la economía china se ha desacelerado. Una aceleración de las exportaciones no sería suficiente para revertir esta tendencia. Aunque la devaluación puede verse como una medida para fortalecer las exportaciones chinas, está lejos de ser su objetivo. Las exportaciones netas cuentan por apenas 3% del PIB chino, mientras que la inversión representa el 52 por ciento. El consenso de los analistas es que incluso con una caída del 10% en el tipo de cambio, el impulso a las exportaciones chinas sería de apenas 0.1 puntos porcentuales de crecimiento adicional. Tan pequeño sería el cambio que no será suficiente para sacar a China del bache en que se encuentra, originado por un frenón en la inversión.

 

Los problemas para la economía china van más allá del yuan.

La inversión se ha frenado por las consecuencias de las decisiones tomadas en Beijing durante la Gran Recesión de 2008-2009, que ocasionaron una explosión de la deuda pública que ahora roza el 282% de su PIB (según estimaciones de McKinsey). En ese entonces, China decidió implementar un agresivo programa de expansión del crédito para impulsar su economía y lo logró: la economía china fue de las menos afectadas por la crisis de 2008.

Sin embargo, en el proceso creó dos burbujas financieras: una de crédito, que hoy impide que China vuelva a implementar un programa similar en el futuro para acelerar su crecimiento; y otra inmobiliaria, que es la causa de su desaceleración. La inversión fija en China, que representa 52% de su PIB, creció al ritmo más lento desde 2000 durante los primeros 7 meses del 2015; el crecimiento chino ya no vendrá de este motor.

Para mover a China, el presidente Xi Jinping quiere pasar de una economía impulsada por la inversión a una impulsada por el consumo. Sabiendo que el éxito económico es la clave para mantener la legitimidad del modelo chino, y al mismo tiempo mantenerse en el poder, el presidente chino ha dado pasos hacia la liberalización del mercado de su país para transitar de una economía sustentada en la inversión a una economía impulsada por el consumo. En el proceso, ha tenido cuidado de no hacer estallar las burbujas de crédito e inmobiliaria, que pondrían en graves problemas a la economía del gigante asiático. Interpretamos la abrupta caída del mercado de valores chino hace unas semanas como una muestra más de la posición vulnerable del sistema financiero chino.

Más allá de generar crecimiento hay un objetivo mucho mayor: reemplazar al dólar como moneda global. La libra esterlina fue la moneda del siglo XIX, el dólar la del siglo XX y en el proyecto del presidente Jinping está el yuan como la moneda del siglo XXI. Hace un par de semanas el Fondo Monetario Internacional decidió posponer una toma de decisión que permitiría al yuan contrapesar al dólar en el Sistema Monetario Internacional, al incorporarlo dentro de la canasta de los Derechos Especiales de Giro, un conjunto de monedas que se consideran de estabilidad, fortaleza y amplio uso en el mercado internacional. Dentro de las recomendaciones del FMI a China para que esta decisión le favorezca está implicar más al mercado en la determinación del tipo de cambio. El cambio del régimen de la semana pasada va en este sentido.

Así, el movimiento en el régimen cambiario fue una carambola a tres bandas: permitirá impulsar el crecimiento de la economía china (aunque sea marginalmente), mientras consolida el proceso de liberalización de su mercado, y favorece la percepción de la conveniencia de utilizar al yuan como moneda global. Sin embargo, este movimiento no revierte la tendencia de los indicadores chinos que muestran el problema más importante para el gobierno de Jinping: China se está desacelerando, y rápido.

Dos riesgos: uno para América Latina y otro para México.

Esta desaceleración traerá consecuencias para sus socios comerciales, en especial para los exportadores netos de materias primas. La desaceleración del gigante asiático traerá consecuencias para países que son exportadores netos (es decir, que venden más de lo que compran) de materias primas, puesto que China ocupa el 13% del mercado global de estos activos. Afortunadamente, México no exporta muchas más materias primas de las que importa (las exportaciones netas de materias primas son 1% de nuestro PIB) porque somos un país manufacturero. Sólo nos podríamos ver afectados por fenómenos de segundo orden: al desacelerarse China, nuestros otros socios comerciales pueden desacelerarse y demandar menos bienes mexicanos al no tener recursos para comprarlos.

El resto de América Latina es mucho más vulnerable, en especial Brasil. El crash de los precios de materias primas de los últimos meses ocasionado, en parte, por la baja en la demanda de China ha causado grandes problemas a estas economías que dependen mucho del crecimiento de este mercado.

Un escenario de fracaso de China al desinflar sus burbujas financieras y pasar a una economía centrada en el consumo traería consigo grandes implicaciones para el mundo. El aterrizaje forzoso de la economía China nos podría llevar a la siguiente recesión global. Este aterrizaje forzoso podría ser ocasionado por la explosión de alguna de las burbujas (de crédito o inmobiliaria) o por el fracaso del gobierno chino para impulsar el consumo mientras la inversión se deprime. Dado que la legitimidad del gobierno chino, autoritario y centralizado, tiene como base el crecimiento económico, una falla en el modelo de desarrollo alimentaría las dudas sobre el régimen y pondría en graves problemas al gobierno chino, que desesperado podría buscar otras opciones para justificar su ejercicio del poder más allá de la economía: desestabilizar la delicada paz de la región. El reciente aumento del discurso nacionalista en China y Japón, sumado a su acelerada carrera armamentista, nos pone particularmente alertas: la disputa por las islas Senkaku es la muestra más palpable de estos riesgos.

Creemos que la desaceleración china seguirá pero no vemos un escenario de emergencia en el mediano plazo. El reto para el gobierno chino es mayúsculo: migrar a una economía centrada en el consumo mientras desinfla sus burbujas financieras; sin embargo, creemos que lo lograrán. Una China con una economía abierta y como ciudadano responsable en el concierto internacional beneficiará al mundo en el largo plazo; aunque esto implique problemas para las cotizaciones de las materias primas en el corto plazo y un reacomodo de los agentes globales en el mediano.

Una desaceleración agresiva de la economía china, así como el aumento de las tensiones en el sureste asiático son los riesgos que debes monitorear: ambos pondrían en gran riesgo a la economía global. De suceder alguno de los dos escenarios las opciones son los activos seguros, como los bonos del Tesoro de EU. Mantente atento y usa esta información a tu favor.

A destacar:

- El banco central chino no devaluó su moneda la semana pasada, la liberalizó, lo que hizo que cayera frente al dólar.

- El movimiento en el régimen cambiario fue una carambola a tres bandas: permitirá impulsar el crecimiento de la economía china (aunque sea marginalmente), mientras consolida el proceso de liberalización de su mercado, y favorece la percepción de la conveniencia de utilizar al yuan como moneda global

- El efecto en México será marginal. Hoy, las exportaciones chinas son 4.3% más baratas que hace un año, mientras que las mexicanas lo son un 26%.

- La desaceleración económica de China es el verdadero riesgo para América Latina, pero no pega directamente a México.

- El fracaso de China para pasar a una economía centrada en el consumo sí representa un riesgo para México y para el mundo. Nos preocupan las tensiones con Japón y el aumento del discurso nacionalista en Asia. Una debacle de la economía china podría causar la agravación de este discurso y desestabilizar la paz de la región.

Monitorea en las noticias estos dos riesgos: una desaceleración agresiva de la economía china y el aumento de las tensiones en el sureste asiático. Ambos podrían llevarnos a la próxima recesión. 

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.
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