Descubre cuál es tu Misión para potenciar tu productividad (Parte 4)

Tiempo de estrategia -
Un mundo sin misión, es como una nave sin rumbo fijo. Foto: Getty
Un mundo sin misión, es como una nave sin rumbo fijo. Foto: Getty
En esta cuarta entrega sobre productividad hablaremos de la Misión y los Valores, partes vitales para alcanzar objetivos. Tenerlos planteados de manera correcta hará que descubramos quiénes somos y nos ayudará a convertir obstáculos en áreas de oportunidad para lograr nuestras metas.
 
 
Los valores determinan nuestra misión en la vida, la sustentan; para poder encontrarlos debemos aprender a entresacar, saber descubrir dentro de aquellas cosas o acciones que nos satisfacen, qué le encontramos de importancia, qué sacia nuestro razonamiento, nuestras emociones o nos reconforta espiritualmente.
 
Un mundo sin misión, es como una nave sin rumbo fijo. Al descubrir nuestra dirección, nuestro destino, cualquier viento será a favor, es decir, si se saben aprovechar las circunstancias, todas y cada una de ellas nos proporcionan una enseñanza que nos guía hacía la meta.
 
Inclusive existe una técnica oriental llamada “Aikido” la cual consiste, filosóficamente, en aprovechar las fuerzas contrarias a nuestro favor.
 
Los valores, siendo algo objetivo, pueden ser evaluados subjetivamente. 
 
Los valores son relativos, es decir, para una persona una fotografía podría tener un inmenso valor y para otra puede no significar nada. Sin embargo, existen valores absolutos que se dictan a través de la cultura o de la reflexión espiritual profunda de nuestras vidas, estos valores son los que realmente nos ayudan a encontrar nuestra misión.
 
La reflexión y el análisis nos ayudan a descubrir nuestra misión. Una vez que la hayamos descubierto, se generará una fuerza interna ardiente, continua e implacable.
 
Será el gusto por la vida, es cuando el pintor no suelta su pincel ni el escultor su cincel, el escritor no se aparta de la pluma, o el deportista da su máximo esfuerzo hasta quedar exhausto. Es cuando una persona o equipo, multiplica y hace valer sus recursos al máximo e impulsado por sus valores se vuelve inquebrantable y se dispara como una flecha hacia su objetivo. 
 
Esta misión no debe de ser complicada o compleja, la importancia de la misma es relativa. 
 
Nosotros podemos encontrar nuestra misión siendo carpinteros, filósofos, vendedores, gerentes o secretarias; no importa tanto lo que se está haciendo, sino por qué se está haciendo o el propósito de lo que se hace. 
 
Lo anterior me recuerda una anécdota: Estaban tres albañiles poniendo ladrillos y le preguntan al primero: “Oye, ¿tú qué haces?” Y él responde: “Aquí, poniendo ladrillos”. Le preguntan al segundo y éste contesta: “Yo, haciendo una pared”. Interrogan al tercero quien replica: “Nosotros estamos construyendo una catedral”. 
 
El sentido de las tres actividades era diferente, la profundidad de sus acciones era la que variaba, y esto, tan intangible es lo que hace crecer nuestro espíritu y satisfacción ante la vida. 
 
Cuando nosotros encontramos un propósito, nos entregamos a nuestra actividad y ésta se vuelve nuestra pasión.
 

¿Cuál es la catedral que está construyendo?

 
Para facilitar el descubrimiento de su misión, propongo realizar el siguiente ejercicio:
 
Haga una lista de todas las actividades que le gusta hacer en caso de ser persona física y, si es persona moral, hágala pensando en todas las que realiza dentro de una empresa que sean de beneficio social, es decir, reflexione acerca de qué se está aportando a la comunidad.
 
Haga este ejercicio a doble espacio.
 
Una vez concluida la lista, entre líneas, escriba el valor que encuentra en cada una de ellas, y por qué le satisfacen. Con calma, analice el factor común de esos valores, trate de sintetizarlos y expresarlos en frases cortas. Una vez hecho esto, medite y defina en un espacio, no mayor de cinco renglones, cuál es la misión de la empresa o su misión como persona.
 
Sea paciente con esta fase, posiblemente le tome tiempo, pero una vez que la alcance o la defina, no habrá, si usted está decidido, fuerza que se interponga en su camino, que no pueda superar.
 
A fin de cuentas, si nos transportamos, diez, veinte, treinta o cincuenta años hacia el futuro, tenemos que considerar que, algún día, no estaremos en este mundo, y que nuestra misión y valores que sustentan nuestra vida son los que logran el crecimiento del ser humano.
 
Cada uno de nosotros tenemos la oportunidad de dejar huella a través de nuestra existencia, de trascender y, con base en lo que hagamos en esta vida, dependerá de lograrlo.
 
Eustaquio Martínez del Río es Fundador y Director Ejecutivo de Logos Consulting (www.logosconsulting.com.mx y @MxLogos), con más de 22 años de experiencia en proponer la Ejecución Estratégica en compañías globales y mexicanas con éxitos probados.
 

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.
Icono de te puede interesar de en dineroenimagen

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR