David Páramo

Análisis superior

David Páramo

14 Feb, 2020

¿Derrotaron a Napoleón?

Napoleón Gómez Urrutia lanzó una iniciativa para prohibir la subcontratación, lo que generó un gran revuelo y preocupación, no únicamente entre la iniciativa privada, sino también entre funcionarios del gobierno.

Políticamente, el líder sindical y senador del partido de Estado parecería que se llevó una gran derrota, puesto que su iniciativa no sólo fue desmoronada, sino que, además, se hizo un fuerte refrendo no sólo de la subcontratación legal, mediante regulaciones que comienzan por el sentido común: cruzar información entre el SAT y el IMSS, así como crear un registro de empresas de outsourcing.

Hay quienes dicen que, más bien, Gómez Urrutia hizo un trabajo sucio para aflojar a los empresarios y que fueran más sensibles a las modificaciones. La historia que haría quedar casi casi como un héroe al líder sindical tiene un problema.

No hizo enojar únicamente a los empresarios, sino al gobierno, puesto que se metió en contra de la reforma laboral que se hizo de común acuerdo con la negociación del T-MEC desde la Secretaría del Trabajo. No crea que Luisa Alcalde y otros ofendidos lo olvidarán fácilmente.

REMATE MEMORIOSO

Pocos días antes de que Gerardo Esquivel y Jonathan Heath asumieran como miembros de la junta de gobierno del Banco de México, el Padre del Análisis Superior preguntó al gobernador sobre la actividad tuitera de ellos dos.

Alejandro Díaz de León no se concentró en el tema específico, sino que habló sobre lo que ha sido la política de comunicación del instituto emisor y cómo deben tener adecuaciones permanentes a las innovaciones.

Es claro que existe un debate entre los límites de lo privado y lo público. Hace unos meses, el secretario de Educación, Esteban Moctezuma, dijo que es prácticamente imposible quitarse el traje de servidor público aun cuando existe un terreno privado.

En el Banco de México han optado por un esquema de profunda claridad y definiciones, no por una situación particular, sino como fase de un proceso de evolución que entiende que la comunicación con los mercados y la opinión pública es, incluso, una herramienta de política económica.

Se basan en determinar cuáles son las opiniones personales, las que se hacen como servidores públicos y en las que se actúa como una forma de voceros del instituto central.

REMATE FUNDAMENTADO

En los últimos tiempos se ha hecho básico recordar fundamentos para evitar que las discusiones radicales de chairos y fifis (tan llenas de adjetivos como vacías de argumentos) atrapen a los seguidores del Análisis Superior.

El Consejo Coordinador Empresarial dio a conocer un decálogo que, según algunos, es un viraje para acomodarse políticamente a la 4T. En realidad, se trata de recordar cuál ha sido históricamente la visión de las empresas no sólo hacia el capital, sino a su responsabilidad social. Cualquiera que lo dude, podría revisar documentos de, por ejemplo, el Imdosoc o de la Coparmex de la década de los ochenta.

La responsabilidad social y la ocupación activa por el bienestar de los trabajadores se perdió en la narrativa nacional por un discurso alimentado por visiones que imaginan al empresario como un explotador de la clase trabajadora.

Ese intento de argumento no supera ningún análisis desde la razón: la empresa, sin importar su tamaño, genera empleos, paga impuestos y le conviene que la gente sea próspera porque, entre otras cosas, puede adquirir más productos y servicios, lo que alienta el ciclo positivo de la economía.

REMATE PREOCUPANTE

Si bien alguien puede estar medianamente esperanzado porque en noviembre se recuperó la producción industrial por primera vez en más de un año, la realidad es que los indicadores de creación de empleo formal y el crecimiento de la tasa de subocupación mandan señales punto menos que negativas sobre los niveles de bienestar general de la población.

Ha llegado el momento de darse cuenta de que los actos protocolarios, de esos que tienen fotos y distraen por cantidades que son verdaderamente pequeñas, no sirven y es mejor ocuparse en acciones de fondo. La falta de crecimiento del país puede convertirse en un lastre grave.

 

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