El secreto detrás del éxito negociador de Donald Trump

CIUDAD DE MÉXICO.- Uno de los logros más inverosímiles del presidente Donald Trump ha sido convertir las negociaciones comerciales internacionales en noticias de primera plana. De manera menos visible, sus funcionarios han convertido los sistemas legales para resolver las controversias comerciales en temas muy rebatidos.

Un tratado comercial se parece un poco al libro de reglas de un juego en el cual los jugadores son de dimensiones muy diferentes, hablan una gran cantidad de lenguas distintas y quizás tengan ideas disímiles acerca de lo que implica el juego limpio. El árbitro es un sistema de resolución de controversias, el cual decide si se han roto las reglas. Tal vez su simple existencia disuade a los jugadores de hacer trampa.

El sistema sobre el cual discutieron los negociadores canadienses y estadounidenses a la resolución del TLCAN se remonta a 1986, cuando ambos países comenzaron a negociar un tratado comercial.

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Los estadounidenses querían un acuerdo sencillo que redujera los aranceles, pero los canadienses querían ir más lejos y unificar los aranceles proteccionistas, conocidos como antidumping y aranceles compensatorios, que se imponen a las importaciones cuyo precio se ha fijado supuestamente por debajo del costo de producción. Los canadienses esperaban proteger así a sus exportadores del fuego estadounidense. Al principio, los negociadores estadounidenses declararon que el Congreso nunca estaría de acuerdo con esto y los canadienses amenazaron con retirarse.

El acuerdo se convirtió en una leyenda de las realizaciones de tratados —al menos entre los diplomáticos comerciales—, ya que los estadounidenses llegaron a un acuerdo a las 9:00 de la noche el día en que se vencía el plazo.

Ofrecieron lo que se llegó a conocer como el “capítulo 19”. En vez de reducir directamente el uso que hacían los estadounidenses de los aranceles proteccionistas, establecía un sistema de revisión judicial. Si cualquier país imponía un arancel antidumping sobre las exportaciones del otro, el exportador dañado podía recurrir a un panel de cinco jueces, quienes evaluarían si los aranceles eran congruentes con la ley interior del país solicitante. El capítulo 19 se incorporó al TLCAN cuando se creó el tratado más amplio en 1993.

Actualmente, los negociadores estadounidenses y canadienses están de nuevo en pugna, esta vez acerca del capítulo 19. Robert Lighthizer, el representante comercial de Estados Unidos (USTR, por su sigla en inglés), quiere descartarlo. Ha dicho que a menos que Canadá acepte sus demandas para el 30 de septiembre, firmará el tratado solo con México, que es el otro miembro del TLCAN y ya acordó descartar ese capítulo incómodo.

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Parece que la oposición de Lighthizer al capítulo 19 está basada en principios, más que en un interés económico. Los exportadores estadounidenses han empleado con éxito el artículo 19 para impugnar, por ejemplo, los aranceles mexicanos sobre la carne de res, el pollo y el jarabe de maíz. Gay Horlick, un abogado que se ha presentado delante de los paneles del capítulo 19, dice que “no es una opción realista” que los agricultores y los ganaderos lleguen a los tribunales mexicanos.

Añade que, a pesar de que podrían combatir al gobierno mexicano en la OMC, si ganan con el capítulo 19 se reembolsan los cargos ilegales, lo que no sucedería en la OMC. Pero parece que Lighthizer ve al capítulo 19 como una afrenta al derecho de Estados Unidos para defenderse.

El USTR se ha descrito a sí mismo como “soberanista”, y le molesta la idea de que los extranjeros pudieran impugnar la ley estadounidense en otro lugar que no sea en los tribunales de Estados Unidos.

Tal vez los canadienses decidan que no vale la pena sacrificar todo el tratado por el capítulo 19. Sus paneles presidieron solo 23 decisiones entre 2007 y 2017 (aunque quizá su sola presencia disuadió otro mal comportamiento). Además, Canadá tiene más que perder esta vez si las conversaciones se desploman, en especial en el caso de que Trump cumpla su amenaza de imponer aranceles a los autos canadienses como respuesta.

Si Canadá cede, el gobierno de Trump habrá ganado una batalla en una guerra más importante. El 30 de septiembre es también el último día del periodo de Shree Baboo Chekitan Servansing en el órgano de apelación de la OMC.

Normalmente, Servansing, un juez mauritano, habría sido reelecto. Pero la administración ha estado obstruyendo su restitución y también ha frenado el nombramiento de otros tres jueces. El número de jueces del órgano de apelación pasará de cuatro a tres, el mínimo requerido para celebrar un juicio. Si cualquiera de los tres tiene algún conflicto de intereses, no se puede proceder al juicio en cuestión.

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Los funcionarios estadounidenses objetan que el órgano de apelación de la OMC ha minado la soberanía de su país y se ha apartado de su cometido. En efecto, lo acusan de entorpecer la capacidad de Estados Unidos para defenderse de, por ejemplo, el aumento de las importaciones o los subsidios repartidos a las empresas estatales chinas.

El 24 de septiembre, Canadá anunció a otros miembros de la OMC una propuesta para disipar las inquietudes de Estados Unidos. La Unión Europea también ha hecho sugerencias. Pero no queda claro si de esta manera se pueda resolver cualquiera de los desacuerdos sobre las controversias. Como el jugador más poderoso de la cancha, quizás Estados Unidos simplemente prefiera ser también el árbitro. Las reglas serán las que ese país diga.