Manuel Somoza

Inversión inteligente

Manuel Somoza

8 Sep, 2011

La solución europea

No cabe duda de que el panorama económico mundial está complicado; sin embargo, si dividimos el problema en áreas económicas de influencia, lo más problemático al día de hoy está en Europa.

Estados Unidos tendrán una recuperación lenta y prolongada, lo cual no es una buena noticia, ya que la fragilidad de los números provocará incertidumbre en los mercados y, como ya hemos platicado, son precisamente las dudas sobre el futuro las que provocan grandes volatilidades. La solución de EU se encuentra más en el ámbito político que en el económico, ya que ese país sigue siendo el más poderoso del mundo, con una infraestructura económico-financiera que le abre un sinfín de posibilidades.

En 2012, cuando tengan que elegir nuevamente sus destinos políticos, seguramente habrá posicionamientos en el sentido de recuperar el crecimiento y el empleo, moderar el dispendio y el despilfarro; y la verdad de lo anterior, se encuentra en el centro de sus ideologías políticas: no serán ni las extremas derechas ni las izquierdas populistas las que obtengan las grandes mayorías.

Estoy cierto de que tanto demócratas como republicanos tendrán que conciliar sus intereses si no quieren ver surgir una tercera fuerza electoral que logre asimilar las voluntades de una población que, actualmente, está cada vez más descontenta del rumbo que ha tomado esa nación en los últimos años. Aunque difícil, la conciliación de intereses en EU se ve más fácil que en Europa. En el viejo continente las diferencias y discrepancias de los países miembros de la Comunidad Económica Europea hacen complicado que se logren acuerdos de fondo que permitan que ese bloque económico progrese como es debido; la idiosincrasia de alemanes, franceses y de los países nórdicos contrasta brutalmente con la de los países periféricos como Grecia, Portugal, España, Italia e Irlanda, entre otros.

Mientras unos se esfuerzan en trabajar, crecer y desarrollarse, otros pretenden mejorar cotidianamente el nivel de vida de sus habitantes con medidas populistas a las que tienen alcance (o más bien tuvieron alcance), al vivir de prestado. La época del free lunch para los países periféricos quedó atrás, y por esa razón, se tendrá que suscribir un nuevo pacto continental que establezca compromisos, derechos y obligaciones muy distintos a los que existen en el presente.

Como lo dijeron hace unos días los integrantes del Nuevo Consejo para el Futuro de Europa –grupo que se formó hace un año con prominentes dirigentes e intelectuales– la solución de Europa es tener más Europa; lo que quiere decir que se debe seguir incrementando el proceso de integración, en lugar de que se continúen resaltando las diferencias tal y como ocurre hoy día. Esto debe trascender a campos tales como los procesos migratorios, la integración cultural, la economía del medio ambiente; y en lo financiero, la creación de eurobonos garantizados por todos los miembros de la Unión Monetaria, con el fin de lograr tasas de financiamiento similares para todos.

Por supuesto, para acceder a este tipo de fondeo se deben crear las condiciones necesarias de política económica mínima, para ser parte del club. En virtud de lo anterior, la solución europea debe implicar muchas cosas: primero, ampliar el fondo de rescate; además, asegurar que sus bancos estén bien capitalizados, tener una coordinación fiscal, para lo cual, deberían emitir eurobonos. Segundo, aplicar las medidas de austeridad de tal forma que no dañen la frágil recuperación y dejar fuera los egoísmos nacionalistas que los rezagan y marginan.

La solución europea es mucho más compleja que la de Norteamérica; por ello, todavía nos quedan muchos meses de incertidumbre económica.