Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

27 May, 2013

Xbox

Muy pocos lo saben, pero hubo un momento en el que Apple quiso competir en el segmento de los videojuegos, y no pasó del primer nivel. Su apuesta fue la consola Pippin, lanzada en 1995 con la intención de competir con la PlayStation de Sony.

Vista a la distancia, Pippin no tenía mucho que ofrecer al mercado: sus características técnicas correspondían más a las de una computadora convencional y aun así era mucho más cara que la competencia; tampoco se le veía por ningún lado el logotipo de la manzana, que habría sido un buen gancho de venta. Al final, vendió poquísimas unidades y fue descontinuada con más pena que gloria.

Buena parte de que nadie se acuerde de Pippin es que surgió en la época en la que Steve Jobs estuvo fuera de Apple, la que entonces aplicó con este producto una política contraria a la que siempre enarboló su fundador: en lugar de desarrollarlo como un sistema cerrado, intentó vender la licencia a terceros. La única que pescó el anzuelo fue Bandai, firma japonesa célebre por haber comercializado la mascota electrónica Tamagotchi.

Apple cometió con Pippin todos los errores posibles, pero tuvo un solo acierto, así sea involuntario: tener la visión de que las consolas japonesas como Sony, Nintendo y Sega plantearían en algún momento una competencia seria a las computadoras de escritorio, una aportación típicamente estadunidense.

Paradójicamente, quien también captó esta preocupación pero sí la llevó a buen puerto fue Bill Gates, el archirrival de Jobs, cuya compañía, Microsoft, nunca se distinguió por crear dispositivos exitosos: basta con recordar la triste historia de su reproductor de música Zune y las dificultades para convencer al mercado con las tablets Surface.

La excepción ha sido la Xbox, cuya tercera generación, One, fue anunciada el pasado martes, ocho años después de la versión 360. Una cronología publicada por el sitio británico Computers and Videogames (CVG) detalla el accidentado proceso que concluyó con la creación del primer éxito estadunidense en materia de videojuegos después de Atari.

Todo comenzó con el lanzamiento de la PlayStation 2 en marzo de 1999, que hizo prender los focos de alerta en Redmond, sobre todo porque la calidad de los gráficos de aquella consola podría afectar el negocio de juegos para PC.

En ese momento Microsoft estaba instalado en la zona de confort que le brindaba su amplio dominio en las computadoras personales. Contrario a esa postura, Gates pensó que se estaba abriendo un espacio formidable de expansión en el campo de los juegos.

Así, la empresa integró un equipo de cuatro personas
Ted Hase, Kevin Bachus, Seamus Blackley y Otto Berkes— que comenzó a trabajar en un proyecto con el nombre “Consola DirectX”. Poco después se descubrió que había otro grupo dentro de la misma firma trabajando en secreto en un proyecto paralelo, más enfocado a un sistema de televisión vía web, que había tenido experiencia en el modelo Dreamcast de Sega y ofrecía un modelo parecido a la PlayStation. Sin embargo, un aspecto del proyecto DirectX que agradaba a Gates era la posibilidad de trasladar el concepto Windows a la sala del hogar, y este factor hizo que se le diera luz verde.

Sin embargo, la complejidad de llevar este sistema operativo a una consola de sobremesa fue un factor que desató acaloradas discusiones entre el equipo de desarrolladores y Gates, cuyo objetivo era fortalecer el ecosistema de la PC y no amenazarlo. Al final, Gates cedió, aprobó el proyecto del producto cuyo nombre sería acortado simplemente a Xbox (marca que en un principio no convenció al área de mercadotecnia) y lanzado en noviembre de 2001.

Otro dato para abonar en la eterna rivalidad con Apple es que Halo, el más exitoso título de la Xbox, originalmente fue diseñado para las computadoras Macintosh. Bungie, la desarrolladora del juego, cayó en bancarrota y fue adquirida en el año 2000 por Microsoft, dueña ahora de los lucrativos derechos de la célebre trilogía de ciencia ficción.

Ahora, con la próxima Xbox One —que incorporará Skype y buscará un mayor aprovechamiento de la tecnología Kinect, entre otras innovaciones—, Microsoft se propone crear una televisión verdaderamente inteligente. Es probable que en este concepto le gane de nuevo la partida a Apple, que vuelve a resentir la ausencia de Jobs.

 marco.gonsen@gimm.com.mx