Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

17 Jun, 2013

Hashtag

En las computadoras convencionales, el signo de número (#) aparece en la tecla del número 3 y se activa oprimiendo al mismo tiempo el botón cmd o shift. Hasta hace unos años no solía ser una grafía muy socorrida. Sin embargo, de un lustro a la fecha el uso de este símbolo se ha generalizado tanto que no extrañaría que dentro de poco tuviera su propia tecla.

También se le llama signo de gato, en referencia al juego conocido en inglés como tic tac toe, en el que se trazan cuatro líneas entrecruzadas que forman nueve cuadros; dos jugadores se alternan para dibujar círculos y equis, y gana el primero que logre una hilera de tres.
Claudia Zaslavsky, una estudiosa estadunidense de las relaciones entre las matemáticas y las culturas, fallecida en 2006, narró en un libro la historia de cómo este entretenimiento habría surgido en el antiguo Egipto.

Ya en el siglo XX se le atribuye la connotación numérica del # a la compañía estadunidense Teletype Corporation, pionera en la fabricación de dispositivos electromecánicos para el envío a distancia de mensajes mecanografiados. En inglés se le conoce también como pound key (clave de libra) aunque no se refiera específicamente ni a la moneda británica ni a su acepción como unidad de peso. Más bien alude a la representación ordinal de una cifra, como en la frase “tal canción es la #1”. No falta en español quien la use para dar su domicilio: “Vivo en Paseo de la Reforma #10”.

Este signo adoptó otro uso radicalmente distinto cuando aparecieron los teléfonos con marcación de tono, que cumplen este año medio siglo de existencia. En noviembre de 1963 la compañía AT&T comenzó a sustituir la antigua marcación de pulsos (sí, aquel entrañable disco con los números del cero al nueve que se hacía girar con el dedo índice) por un nuevo modelo desarrollado por John Karlin, un sicólogo industrial obsesionado con crear una interfaz que privilegiara la comodidad para los usuarios.

Así, Karlin —quien falleció el pasado 28 de enero a los 94 años— probó en un focus group de 300 voluntarios distintos tipos de ordenamiento de los números en el tablero del teléfono en todas las disposiciones posibles: cuadradas, lineales e incluso circulares, emulando el disco tradicional. Al final triunfó el modelo rectangular de tres hileras con los números ordenados del uno al nueve, de izquierda a derecha y de arriba a abajo, al revés de la calculadora electrónica, donde se colocan del siete al tres. El botón del cero quedó solo en la cuarta hilera, abajo del ocho.

Con el tiempo, la cuarta línea se completó: al lado del cero fueron colocadas las teclas del asterisco y del signo de número, que cubrieron otras funciones técnicas que se le añadieron al teléfono, como marcar de un solo golpe un número predeterminado. A la tecla # se le comenzó a llamar hash key, una palabra retomada del lenguaje computacional y que alude a un algoritmo que comprime archivos digitales o textos y los reduce a claves alfanuméricas (se trata de una metáfora robada del lenguaje culinario, en el que la palabra hash significa “picar” o “moler”).

Es así como el # es famoso ahora con el nombre de
hashtag, una de las contribuciones más trascendentes que ha aportado Twitter y que curiosamente no fue creada por su staff, sino que fue idea del desarrollador independiente Chris Messina (reclutado posteriormente por Google), que el 23 de agosto de 2007 lanzó un tuit invitando a usar el símbolo # (al que, curiosamente, se refirió como pound) antecediendo a una palabra para crear una etiqueta de megadatos (tag, en inglés) que formara una cadena de mensajes alrededor de esa palabra. De ese modo nacieron las conversaciones masivas en tiempo real, que han demostrado su formidable utilidad en los casos de desgracias (para organizar envío de ayuda) o en movimientos políticos. Es tal su éxito que Facebook se vio orillado a lanzar su propia versión de esta herramienta la semana pasada.

Sin embargo, la aportación más interesante del hashtag a la vida cotidiana es la creación de un nuevo lenguaje en el que esta etiqueta expresa emociones y posturas. Del #internetnecesario al #yosoy132, pasando por los múltiples #ladies y #gentleman que vuelven objeto de escarnio al influyentismo, una peculiar sintaxis se vuelve familiar incluso para quienes no están en redes sociales. Quizá vaya siendo hora de que este milenario símbolo cargado de historia ocupe su lugar como una nueva letra en el alfabeto.

marco.gonsen@gimm.com.mx