Pedro Alonso

Consejería

Pedro Alonso

12 Ago, 2013

Muy débil la actividad industrial nacional

El dato del mes de junio pasado de la actividad industrial en México mostró un comportamiento negativo al caer -2.4% en relación con lo ocurrido un año antes. Si bien al principio del trimestre el dato de este sector de nuestra economía mostró cierta mejoría respecto de lo ocurrido en el periodo enero–marzo (caída de -1.3%, en promedio mensual), en abril las cosas regresaron a la zona negativa. El segundo trimestre del año registró un crecimiento de 0.5%, en promedio mensual.

Lo anterior no hace más que confirmar las malas expectativas que sobre el crecimiento económico se han venido reflejando en los pronósticos de casi todos los que seguimos estos temas. Desde luego, supongo que las expectativas de quienes viven la situación industrial de primera mano quizá perciban una situación peor.

Ninguno de los sectores que integran a la actividad industrial registró crecimiento en abril pasado; de hecho, ninguno de los subsectores creció, lo que es preocupante, pues refleja una debilidad generalizada en toda la industria. La minería cayó -2.4%; el sector de la electricidad, el gas y el agua -0.7%; la construcción, -6.0%, y las industrias manufactureras, -1.2 por ciento.

Como usted, amigo lector, ya lo observó, la construcción es el sector con mayor nivel de caída. En los primeros seis meses del año la caída en promedio mensual es de -2.7%, que es algo más de tres veces el ritmo de caída de toda la actividad industrial que es -0.8 por ciento. Supongo que esto refleja al menos dos cuestiones: la mala situación de casi todas las empresas desarrolladoras de vivienda y la escasa presencia del sector público en la actividad de este sector.

Así, la edificación, subsector en el que se refleja la construcción de viviendas, cayó -7.5% en abril (es la mayor caída de todas) y en lo que va del año lo ha hecho en -2.8% en promedio mensual y, por su parte, la construcción de obra civil y pesada cayó -4.4% en el sexto mes del año y en el primer semestre, -2.4% en promedio mensual.

Lo anterior es preocupante por varias razones. La primera, por la generación de empleo que este subsector supone. La segunda, porque se está dejando de generar una buena dosis de valor agregado en la economía nacional. La tercera, porque no veo que se vaya a revertir la situación de las “vivienderas”, al menos no pronto, salvo honrosas excepciones.

En el lado de la construcción de obra pesada y obra civil, si bien es de suponerse que en el segundo semestre el sector público inicie una actividad más dinámica, por ahora lo hecho, hecho está, aunque quizá sería más preciso decir lo no hecho, no hecho está, ya que el rezago en esta actividad es inevitable y no se puede minimizar diciendo que en el segundo semestre del año las cosas van a mejorar. Los retrasos en las obras de infraestructura y las de comunicación tienen fuerte impacto en el desarrollo regional y nacional; seis meses perdidos no se recuperan gastando más. Se perdieron; no hay remedio.

La semana próxima, el martes 20 de agosto, se publicará el resultado del PIB del segundo trimestre y la expectativa general está alrededor de 2.7%, similar a lo que se espera para todo el año. Pero como se ven los números de la industria y lo que sabemos que ha estado ocurriendo en sectores tan importantes como el comercio interno, quizás habría que prepararnos para recibir un dato inferior a éste, que haría que se revisara la expectativa anual, a la baja, en todo caso.

Lo que ocurra o deje de ocurrir en el sector externo, que para nosotros mayoritariamente es la economía estadunidense, ratificará su importancia. Ojalá continúe con su expansión y una vez más; ojalá que estos números provoquen mayor interés, pero en los hechos, sobre los temas de reforma estructural.

Por cierto, se dice que esta semana sí presentará el gobierno su propuesta de reforma del sector de energía. Ojalá que hayan corregido lo que estaba mal una semana atrás. Veremos qué ocurre. Suerte.