Pedro Alonso

Consejería

Pedro Alonso

28 Ago, 2013

Oriente Medio, siempre presente

Además de todo lo que ya sabíamos, se suman ahora los conflictos en Oriente Medio para aumentar la presión bajista de los mercados. Como sabemos, en aquella inestable región del mundo, convergen conflictos de distinta naturaleza que, si son considerados de manera aislada, son difíciles de manejar, cuando se ponen juntos, el tema se vuelve explosivo.

Me refiero a los aspectos religiosos y políticos que, junto con los de pobreza y marginación, derivan en enormes iniquidades sociales. A la par de ello están los intereses internacionales que hacen presencia en la región por las reservas de petróleo de la región que, entre que se desarrollan nuevas fuentes de energía o los gringos se vuelven autosuficientes e incluso potenciales exportadores, seguirá siendo por muchos años la principal fuente de energía del planeta.

No hay que perder de vista que la última gran transición en el uso de materiales que producen energía se da entre el carbón y el petróleo, en cualquiera de sus formas (líquido o gas) y ésta empezó hace casi 100 años y tuvo como punto de aceleración el llamado Churchill’s Shift, cuando el mencionado personaje inglés decidió usar petróleo en vez de carbón como fuerza motriz de la armada británica, hace 100 años, más o menos. Hoy el carbón sigue siendo la segunda fuente de energía  del mundo, por lo que es presumible que el escenario general de la energía, en términos de sus fuentes, no cambie demasiado en los próximos años.

De ahí que lo que ocurre en Oriente Medio siempre sea motivo de interés. Hoy tenemos dos conflictos serios en la región: Egipto y Siria. Sin ser importantes productores de petróleo, ambos países tienen la posibilidad de ser puntos de partida para que sus conflictos se extiendan y pongan en riesgo la estabilidad política de la región —y más allá— y, desde luego, el suministro de petróleo.

Ayer, cuando se hace patente la posibilidad de una intervención externa en Siria, encabezada por Estados Unidos, el petróleo subió 3%, el oro lo hizo en 1% y la tasa del bono estadunidense de diez años llegó a 2.72% desde 2.92%, hace unos días. En México, ayer en algún momento del día, el dólar se cotizó en 13.54 pesos, aunque cerró en 13.28, cuando a principios de mes había llegado a 12.55. El VIX, el indicador del “miedo”, pasó de su nivel 11.2 a principios de agosto a 17.0 ayer. Es decir, todo el mundo corre hacia donde piensa que encuentra estabilidad.

Los mercados tuvieron una aceleración de la baja que registran desde hace semanas. Nuestro IPC cayó casi 2% y se colocó por debajo del nivel de 40 mil puntos que mencioné ayer como posible soporte, el S&P 500 bajó 1.6% y Nasdaq lo hizo en 2.2%. Supongo que todos responden a la misma idea: si el conflicto de Oriente Medio se convierte en uno extendido e intervienen países de fuera de la región (lo que es parte de un escenario probable), el petróleo se verá presionado al alza y, por tanto, el crecimiento a la baja.

Algo claro es que, más allá de la baja en los mercados, lo que sigue presente es la volatilidad alta, que había mostrado una cierta disminución. Pero no ha sido duradero el cambio. De tal suerte que la participación en el mercado es de riesgo alto. Con esto en mente, es probable que en los próximos días, quizá desde mañana, se abra una “ventana” de oportunidad de cortísimo plazo para pensar en buenos resultados.

Pero en el fondo están los hechos que mencioné en la Consejería del lunes pasado; los que son tomados como elementos de valuación “dura” y sobre los cuales hay que responder. Por eso no me atrevo a decir que tenemos enfrente una oportunidad “única”, como dicen muchos. Prefiero referirme y decidir con lo que tengo y lo que veo.

Sin restarle importancia a los conflictos de Oriente Medio, pienso que son un tema coyuntural, pero que nunca dejan de estar presentes. Hoy se combinan con lo que se especula sobre las posibles decisiones de la Fed y los impactos de esto en las economías emergentes, sin tener en contrapartida claridad sobre los elementos que conocemos como propulsores del crecimiento; especialmente en México. Suerte.

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