Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

12 Ago, 2015

Explorer

Reinventarse es un mantra que le viene bien a Thomas Reardon, innovador que, hoy, tiene 45 años pero que a la edad de 26 ya había puesto su nombre en la historia y había hecho la fama suficiente como para tirarse a dormir.

La Escuela de Estudios Generales de la Universidad de Columbia, en Nueva York, lo tiene en su lista Notable Alumni, al lado del poeta Federico García Lorca y el escritor de ciencia ficción Isaac Asimov. Titulado con honores en 2008, Reardon dictó la conferencia de apertura en la ceremonia de graduación de esa escuela el 13 de mayo de 2012, aun cuando él mismo seguía ahí como estudiante del doctorado en neurobiología.

En su discurso, disponible en YouTube, Reardon mencionó como modelos de reinvención cuando Steve Jobs fundó Pixar o la incursión filantrópica de Bill Gates, aunque también citó su propia historia personal en New Hampshire, como parte de una familia obrera y católica de ascendencia irlandesa, e integrada por 18 hermanos. Demasiados, como reconoció él mismo, riendo.

Y es que él era el menor de un clan original de 10 hermanos cuando sus padres decidieron adoptar a otros ocho niños. Así, a la edad de 11 años, pasó de ser el benjamín al big brother. Y de ese entorno hogareño, en el que cursar la universidad no era una opción fácil, aprendió dos lecciones de vida: comer lo que tuviera enfrente y conseguir un trabajo.

Niño prodigio en matemáticas, terminó a los 15 años su educación media, anticipación que, por norma, le impidió entrar a estudios superiores. Tomó cursos en el Tecnológico de Massachusetts y se mudó a Carolina del Norte para establecer su propia startup. A la edad de 21 conoció a Bill Gates, quien lo invitó a trabajar en Microsoft, empresa en la que estuvo nueve años y con la que comenzó colaborando en el desarrollo del sistema operativo Windows 95.

Fue en 1994 cuando Reardon comenzó a reinventar el código Spyglass Mosaic, formulado por una empresa que desarrolló una versión avanzada de Mosaic, programa pionero para navegar en internet creado por el National Center for Supercomputing Applications (NCSA) de la Universidad de Illinois, y del que Microsoft compró la licencia.

Y es que el interés de Gates en esa emergente tecnología era darle ventaja al Windows 95 para competir frente al Navigator, de la firma Netscape, un popular software inspirado en el original Mosaic y lanzado en diciembre de 1994. La fórmula para lograrlo era diseñando un programa similar que estuviera precargado de fábrica en las PC. Así surgió la llamada Guerra de los Browsers.

Reardon era, por decirlo así, la mente brillante de un equipo de trabajo liderado por Ben Slivka, cuyo proyecto tenía el nombre clave “O’Hare” y que cristalizó el 16 de agosto de 1995 con Internet Explorer, liberado apenas unos días antes del estreno formal de Windows 95, y que llegó a ser el programa de su tipo más popular en el mundo, con cuotas de utilización superiores al 90% de usuarios. La historia de aquella gesta está contada, paradójicamente, en los documentos del juicio antimonopolio que Gates debió enfrentar como secuela de ese éxito.

Aunque dejó la firma de Redmond para fundar sus propias empresas tecnológicas, el arquitecto del Explorer dio un giro radical y en 2004 cuando se inscribió a Columbia para estudiar la licenciatura en lenguas clásicas y literatura, y así profundizar su afición por el latín y la cultura grecorromana antigua. Al iniciar su conferencia, Reardon citó a Séneca, su pensador romano favorito.

Paradójicamente, el que no se supo reinventar fue Explorer, cuestionado por su escasa inversión en seguridad antivirus e incapaz de evolucionar a los dispositivos móviles. A punto de celebrar 20 años, fue virtualmente jubilado en el recién estrenado Windows 10. Es el segundo gran emblema de Microsoft que desaparecerá, después de Hotmail. Su reemplazo se llama Edge, que no la tiene fácil en un mercado ahora dominado por Mozilla Firefox, Google Chrome y Safari.

Como homenaje involuntario de Microsoft al interés de Reardon por la Grecia antigua, el primer nombre clave del nuevo navegador Edge fue Project Spartan. Si esta evocación fuera una metáfora sobre el destino de la nueva marca, basta recordar cómo terminó la batalla de las Termópilas.

*marco.gonsen@gimm.com.mx

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