Carlos Velázquez

Veranda

Carlos Velázquez

29 Feb, 2016

El inconsistente interés de México por los turistas asiáticos

Si desde la fundación del Consejo de Promoción Turística de México (CPTM) en 1999, para no decir históricamente, la Secretaría de Turismo (Sectur) no ha logrado trazar una estrategia de mediano plazo para atraer a los viajeros de una región del mundo, sin duda se trata de Asia.

De hecho desde esas latitudes, y operando en Tokio, Guillermo Eguiarte, director del CPTM en la región, ha logrado mantener una presencia sólida y establecer una red de contactos valiosa, a partir de una mezcla rara de pasión por las culturas asiáticas, dominio del japonés y el inglés, además de un conocimiento profundo de los destinos mexicanos.

Pero también ha tenido que remar contra corriente, con un presupuesto mínimo, a partir del hecho de que menos del 2% de los viajeros internacionales que llegan a México en avión, provienen de los países asiáticos.

Así es que se siguen perdiendo años valiosos para fortalecer la relación con la zona que, en unas décadas, dominará el panorama económico del mundo.

Aunque también ha habido algunas “golondrinas que no han hecho verano”.

Allá por 2004, siendo Rodolfo Elizondo, secretario de Turismo, Gabriel Zsékely, uno de sus asesores más cercanos y conocedor de los temas asiáticos, convenció a su jefe de que era necesario darles más impulso.

Fue entonces cuando el CPTM comenzó a llevar a un buen número de periodistas y agentes de viajes asiáticos a los Tianguis Turísticos, situación que se desinfló con la crisis de 2008-2009.

Otro momento de entusiasmo por Asia ocurrió al inicio de la administración de Enrique Peña Nieto, con aquel discurso de que ahora sí había llegado el momento de jugarla con China.

De hecho el primer viaje internacional que hizo Claudia Ruiz Massieu como titular de Sectur fue a Pekín y Hong Kong; a lo que siguieron otras visitas para tratar de cerrar negocios con el gobierno chino, lo que no sucedió, pues a la relación se la “llevó el tren” (fallido de Querétaro).

Hoy existe otra coyuntura interesante, que involucra de entrada a las relaciones con Japón.

Se trata del crecimiento extraordinario de las inversiones japonesas en México, que ya superan 20 mil millones de dólares, con expectativas de que seguirán creciendo a un ritmo de mil 500 millones de dólares al año.

Así fue como el presidente Peña designó embajador en Japón a Carlos Almada, un funcionario que tiene un acervo político importante y que hoy lleva una nutrida agenda con los jefes de algunas de las empresas japonesas más importantes.

El aumento de las actividades económicas, de hecho se habla que para finales de este año ya habrá alrededor de mil empresas japonesas de todos tamaños operando en México, es consecuencia del acuerdo de libre comercio que firmaron los gobiernos japonés y mexicano en la década de los noventa del siglo pasado.

Repensar la relación turística entre ambos países, para darle un nuevo impulso con una visión de más largo plazo, es algo no sólo deseable, sino que en los próximos años podría generar dividendos que hoy ni siquiera imaginamos.

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