Este país será el próximo gran tigre asiático y casi nadie lo está notando

En 2009, cuando la empresa de Jonathan Moreno, Diversatek, buscaba una ubicación para una nueva fábrica para producir sus dispositivos médicos, descartó a gran parte del mundo
Economía -
Casi nadie pone sus ojos en Vietnam, pero quienes lo hacen quedan enamorados. Foto: Archivo
Casi nadie pone sus ojos en Vietnam, pero quienes lo hacen quedan enamorados. Foto: Archivo

En 2009, cuando la empresa de Jonathan Moreno, Diversatek, buscaba una ubicación para una nueva fábrica para producir sus dispositivos médicos, descartó a gran parte del mundo. Europa y el continente americano eran demasiado costosos, India era demasiado compleja y los derechos de la propiedad intelectual en China eran demasiado irregulares. Al final, Vietnam fue el único candidato que quedaba. Aún parecía riesgoso, porque el país apenas estaba surgiendo entonces como un destino para los inversionistas extranjeros.

Siete años después, Moreno evaluó la escena en la fábrica, mientras los empleados ensamblaban delicadas sondas de diagnóstico en una sala que parecía un laboratorio, y no tuvo duda de hacia dónde se ampliará ahora Diversatek.

Hacia atrás, ahí y ahí”, dijo, señalando a cada lado.

No es el único. La inversión directa extranjera en Vietnam alcanzó un récord en 2015 y ha aumentado de nuevo este año. Los convenios llegaron a los 11,300 millones de dólares en el primer semestre de 2016, ascendiendo en 105 por ciento respecto del mismo periodo el año pasado, pese a una economía mundial débil. Los grandes acuerdos de libre comercio explican parte del atractivo, pero está sucediendo algo más profundo. Como Corea del Sur, Taiwán y China antes de él, Vietnam está reuniendo la combinación de ingredientes correcta para un crecimiento rápido y sostenido.

Vietnam ya tiene un historial fuerte y a menudo insuficientemente apreciado. Desde 1990, su crecimiento ha promediado casi 6% al año per cápita, segundo solo después del de China. Eso le ha elevado de entre los países más pobres del mundo al estatus de ingresos medios. Si Vietnam puede ofrecer un crecimiento del 7 por ciento durante otra década, su trayectoria sería similar a las de China y los tigres asiáticos.

Sin embargo, eso no es algo seguro. Si el crecimiento retrocediera a 4% , terminaría en la misma órbita decepcionante que Brasil y Tailandia.

Quizá el factor más grande a favor de Vietnam es la geografía. Su frontera con China, un punto de tensión militar en el pasado, ahora es una ventaja competitiva. Ningún otro país está más cerca del corazón manufacturero del sur de China, con conexiones terrestres y marítimas. Conforme los salarios chinos aumentan, eso hace a Vietnam el sustituto obvio para las empresas que se trasladan a centros de producción de menor costo, especialmente si quieren mantener enlaces con las bien aprovisionadas cadenas de suministro de China.

Una población relativamente joven se suma al atractivo de Vietnam. Mientras que la edad promedio de China es de 36 años, la de Vietnam es de 30.7 años. Bastante pronto empezará a envejecer más rápidamente, pero su fuerza laboral urbana tiene mucho más espacio para crecer. Siete de cada 10 vietnamitas viven en el campo, alrededor de la misma cantidad que India, y comparado con solo 44% en China. La reserva de trabajadores rurales ayudaría a controlar las presiones salariales, dando tiempo a Vietnam para crear industrias intensivas en el uso de mano de obra, una necesidad para una nación de casi 100 millones de habitantes.

Muchos otros países también se jactan de fuerzas laborales jóvenes, pero pocos han tenido políticas tan eficaces como Vietnam. Desde principios de los 90, el gobierno ha estado abierto al comercio y la inversión internacionales. Esto ha dado a empresas extranjeras la confianza de construir fábricas. Los inversionistas extranjeros son responsables de una cuarta parte del gasto de capital anual. El comercio representa aproximadamente el 150 por ciento de la producción nacional, más que cualquier otro país en su nivel de PIB per cápita.

Los inversionistas también se sienten animados por la estabilidad de la planificación a largo plazo de Vietnam. Como China, ha usado planes quinquenales como proyectos para el desarrollo. Sin embargo, también como China, su gobernanza también deja espacio para la innovación: sus 63 provincias compiten entre sí para atraer inversionistas. Un modelo para desarrollar parques industriales con dinero y gerentes extranjeros empezó en la Ciudad Ho Chi Minh en 1991 y desde entonces ha sido repetido en otras partes.

La fuerza laboral de Vietnam no es solo joven sino también bien calificada. El gasto público en educación es de alrededor del 6.3% del PIB, dos puntos porcentuales más que el promedio de los países de bajos o medianos ingresos. Aunque algunos gobiernos gastan incluso más, los desembolsos de Vietnam han sido bien enfocados, destinándose a estimular los niveles de inscripción y asegurar estándares mínimos. En las clasificaciones mundiales, los jóvenes de 15 años de Vietnam superan a los de Estados Unidos y Gran Bretaña en matemáticas y ciencias.

Eso reditúa dividendos en sus fábricas. En Saitex, un fabricante de mezclilla de alta calidad, los trabajadores deben manejar maquinaria compleja desde láseres hasta lavadoras de nanoburbujas, para producir los jeans desgastados tan populares en Occidente.

Con base en estos sólidos cimientos, Vietnam está cosechando los beneficios de los acuerdos comerciales. Se encamina a ser el mayor beneficiario del Tratado de Asociación Transpacífico (TPP, por su sigla en inglés), un acuerdo de 12 países que incluye a Estados Unidos y Japón. Como la política estadounidense se está volviendo hostil hacia el comercio, existe el riesgo de que el TPP fracase. Aun cuando eso suceda, sin embargo, a Vietnam le irá bien. El TPP ya ha ayudado a promover sus capacidades. Además, hay otros acuerdos importantes: un pacto de libre comercio con la Unión Europea está en negociaciones, y uno con Corea del Sur entró en vigor en diciembre.

Sin embargo, Vietnam también enfrenta una serie de desafíos, cualquiera de los cuales pudiera impedir su ascenso. Los excesos especulativos en el pasado ayudaron a avivar una burbuja inmobiliaria que estalló en 2011, cargando a los bancos con deudas sin desempeño. Vietnam creó un “banco malo” para albergar los préstamos fallidos y ha empezado a limpiar sus bancos. Sin embargo, ha sido lento en inyectar nuevo capital a sus bancos y vacilante sobre modernizar sus operaciones.

En un área crucial, se compara mal con China: sacar el mayor provecho del sector privado. Las compañías chinas privadas generan alrededor de 1.7 yuanes de ingresos por yuan de activos, más del doble de la ratio de 0.7 para las empresas de propiedad estatal. En Vietnam, la productividad del sector privado se ha desplomado durante la última década al nivel de 0.7, el mismo que las empresas estatales, según el Banco Mundial. Una razón es que los grupos grandes en Vietnam se extienden en 6.4 industrias separadas en promedio. Aquellos en China operan en solo 2.3, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.

Después de años de crecimiento sólido, Vietnam casi ha alcanzado un hito. Ahora que se clasifica como un país de ingresos medios, está a punto de perder acceso al financiamiento preferencial de los bancos de desarrollo. En 2017, el Banco Mundial empezará a eliminar gradualmente el crédito concesional.

Para Vietnam, es un momento para reflexionar sobre cuán lejos ha llegado y también ponderar el camino más complicado a seguir. Tiene la oportunidad de ser la próxima gran historia de éxito de Asia. Se requerirá valor para que llegue ahí.

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