La nostalgia es la estrategia de moda para hacerte gastar

Ciudad de México.- De acuerdo con Andrea González, Head of Futurity de la agencia Big Foot, la nostalgia como narrativa de marketing es una herramienta que permite generar una mayor conexión con las audiencias. La razón es muy simple, este recurso está directamente relacionado con nuestras memorias personales.

A través de la nostalgia podemos viajar en el tiempo, lo único que se necesita son códigos y estéticas que nos refieran a cosas relevantes de nuestra niñez. “Aunque no se haya vivido en ese tiempo, se puede generar una proyección muy cercana”, comenta la experta. Por esta razón, series como Stranger Things de Netflix lograron posicionarse como las más vistas del año entre las audiencias más jóvenes.

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Casualmente en este 2016 nos encontramos con contenidos y productos que retoman temas del pasado, por ejemplo, el NES Mini de Nintendo.

González señala que el viaje en el tiempo tiene una buena razón de existir para los millennial: A ellos les tocó vivir una transición de lo análogo a lo digital. Debido a esto, es muy común que haya un gusto por el pasado y los objetos que nos acompañaban entonces.

Los millennial llevan una vida mitad análogo y mitad digital, por eso lo digital lo quieren disfrazar de análogo.”

La tecnología retro intenta traer al presente todo aquello que se desmaterializó, que ya no existe, por ejemplo, los libros y casetes. La generación Y encuentra un gusto por lo táctil (discos de vinil), cosas de nicho que adquieren gran valor.

Obsesionados con su pasado, así se comportan en un presente que no existe.”

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¿Cómo funciona?

La nostalgia activa mecanismos como el de los recuerdos en el que intervienen muchos sentimientos. A las empresas esto les sirve, pues les ayuda a planear un marketing más emocional.

De lado de las organizaciones no hay innovación en su estrategia evolutiva. No entregan un producto nuevo. Lo único que hacen es que un objeto actual lo disfrazan de algo viejo. Gracias a esto generan una emoción e interacción cercana.

La realidad es que el producto no va a tener una vida más allá que la experiencia (momento) que desencadena.

Tiene caducidad.