Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

13 Sep, 2017

Caritas

 

A sus 69 años, el profesor Scott Fahlman goza de merecido prestigio en la Escuela de Ciencias de la Computación de la Universidad Carnegie Mellon, en Pittsburgh. Su ficha biográfica en esa institución da cuenta de su interés por la inteligencia artificial y de su trabajo para revolucionar la interacción entre el hombre y la computadora. Sus logros en esta materia, sin embargo, son incapaces de competir en trascendencia con su creación más celebrada: el emoticon.

Cada 19 de septiembre, los sitios especializados evocan la anécdota que dio origen a este popular lenguaje basado en signos de puntuación. Así ocurrirá también el próximo martes, cuando se cumplan 35 años de que Fahlman inventara la carita sonriente que transformó la comunicación cibernética, historia que él mismo relata en un artículo titulado “Smiley Lore :-)”.

A principios de los ochentas, cuenta el investigador, la comunidad de Carnegie Mellon hacía un uso intensivo de los bulletin boards (Bboards), tablones electrónicos que servían para publicar avisos de interés general, pero que también fungían como foros de discusión. Ahí, catedráticos y estudiantes debatían tópicos de su campo de estudio en igualdad de circunstancias.

Los diálogos también abarcaban desde trascendentes decisiones políticas hasta comentarios sobre el estacionamiento del campus. Y, como aún ocurre en Twitter y Reddit, los Bboards fueron escenarios de “flame wars”, el tipo de discusión bizantina en el que se trenzan los cibernautas sin más ánimo que el de provocar o molestar a un interlocutor con el que no se ve las caras.

Y es que desde entonces ya era evidente que, en este tipo de comunicaciones por escrito, muchos no captaban cuando los mensajes colocados en aquel muro virtual pretendían ser chistosos o irónicos, lo que daba lugar a malentendidos que terminaban incluso en discusiones agresivas. Para evitarlas, hubo quien sugirió crear algún código que hiciera explícito si un enunciado estaba escrito en broma. 

A Fahlman se le ocurrió una solución elegante mediante la creación de cadenas de signos. Los dos puntos, más un guión, más el paréntesis que cierra, equivaldrían a una sonrisa : - ) 

A la inversa, los mismos signos más el paréntesis que abre : - ( servirían para evidenciar que el escrito debía ser tomado en serio, aunque otros lo interpretarían como decepción, frustración o enojo. La propuesta rápidamente se viralizó y trascendió los campus universitarios para convertirse en el código de la generación conectada por bytes.

Fahlman no conservó copia del Bboard en el que dio a conocer su sugerencia, pero una “excavación arqueológica” patrocinada por Microsoft logró desenterrar de aquellos antiguos archivos el mensaje original, así como la hora y fecha de su publicación: las 11:44 horas del 19 de septiembre de 1982. Él mismo destaca que esa hazaña se logró el 10 de septiembre de 2002, nueve días antes de que se cumpliera el vigésimo aniversario de aquel memorándum fundacional.

En su reflexión, Fahlman reconoce que esta forma de conversar sirve más para degradar que para mejorar la comunicación escrita, aunque al final concede que se trata simplemente de facilitar charlas casuales y no de crear alta literatura. A lo que sí se opone –por considerarlo contrario a la vocación caprichosa de su propuesta original– es a la tecnología mediante la cual los procesadores de palabras convierten automáticamente las cadenas de signos en dibujos de caritas. Dicho sea de paso, Fahlman detesta los emojis, las diminutas ilustraciones concebidas por Shigetaka Kurita que ya inspiraron incluso una película veraniega odiada por los críticos, pero consentida en la taquilla.

Seguramente tampoco estára contento con el más reciente grito de la moda anunciado ayer por Apple: los animoji, o lo que es lo mismo, emojis en 3D con movimiento y que son capaces incluso de hablar.  

Los animoji aprovecharán la tecnología de reconocimiento facial incorporada en el nuevo iPhone X para escanear el rostro del usuario y transmitir sus gestos –con mensaje de voz incluido– en forma de animalito, robot, extraterrestre, unicornio o de un extrañamente popular icono color café de reminiscencias escatológicas.

No son buenos tiempos para la comunicación escrita, pero qué más da. Habrá que hacerles buena cara.

marco.gonsen@gimm.com.mx

 

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