Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

22 Nov, 2017

IBM Simon

 

“Simón dice” es el nombre de un juego infantil famoso en la cultura anglosajona, que pedagógicamente sirve para que los niños aprendan a cumplir determinadas órdenes e instrucciones. Sin que se cite una fuente precisa, varios blogs y foros de internet aseguran que se llama así en honor al conde Simon de Montfort (1208-1265), quien se rebeló contra el rey Enrique III, al que encarceló para reemplazarlo con una asamblea elegida democráticamente. De ese legado histórico se burla el libro British History for Dummies en un pasaje titulado: “Simón dice: ‘¡haz un parlamento!”.

Sobran ejemplos de cómo aquel título es una referencia cultural recurrente. Tres de ellos cumplirán años en próximas fechas. En diciembre entrante se celebran 50 años del lanzamiento de la canción Simon Says, del grupo 1910 Fruitgum Company, una pegajosa rola del desprestigiado género bubblegum pop (que es como chicle, desechable). Es más seguro que el lector la conozca gracias al cover del baladista sinaloense Roberto Jordán, El Juego de Simón, cuya letra en español, por cierto, nada tiene que ver con la mecánica del juego original.

El próximo año se conmemoran cuatro décadas de que salió a la venta Simon, un reto a la capacidad de memorización inventado por Ralph Baer –pionero de los videojuegos– y Howard Morrison. Era un dispositivo electrónico compuesto de cuatro grandes botones con distintos colores y sonidos, que debían ser oprimidos por el usuario en el mismo orden que sugería el propio artefacto. En México fue más famosa una de sus variantes, el Fabuloso Fred.

Un tercer Simon debería festejar mañana con bombo y platillo 25 años de haber sido presentado en sociedad, aunque es poco probable que se le rememore como debiera. Se trata del teléfono IBM Simon Personal Communicator, cuyo prototipo –llamado Angler– fue mostrado en la Computer Dealers’ Exhibition (Comdex) de Las Vegas, el 23 de noviembre de 1992.

Fabricado en alianza con la corporación BellSouth Cellular, el IBM Simon era, literalmente, un tabique negro de forma rectangular, de unos 20 centímetros de largo por 6.5 de ancho y 3.8 de espesor, así como medio kilo de peso. Con antena extendible, entre la bocina y el micrófono incluía una pantalla alargada monocromática de cristal líquido, con teclado numérico virtual e iconos semejantes a los de los asistentes personales tipo Palm. Aunque incluía una pluma electrónica, también era sensible a las yemas de los dedos.

El manual de usuario arrancaba en su carátula con la frase “Simón dice: ¡aquí está el cómo!” y el logotipo de la marca se jactaba de haber vuelto simple la comunicación móvil. No hay una sola línea de ese instructivo de 70 páginas que contenga la palabra “smartphone”. Pero, con el tiempo, a este artefacto se le ha considerado como el primero de esa especie.

Así lo presumía el folleto adjunto: “Usted tiene ahora comunicación personal total, incluyendo su teléfono celular, en un pequeño dispositivo móvil de mano. Simon tiene todo lo que necesita: teléfono, fax, correo electrónico, agenda, notas sin papel, libreta de direcciones, calendario y calculadora. ¡Y es inalámbrico!  Así que trabaja donde usted trabaje, y va a dónde usted vaya”.

El IBM Simon presumía de tener un mecanismo de ayuda integrada, de tal suerte que al usuario le bastaba oprimir un botón para aprender a sacarle el mayor jugo. Su batería necesitaba sólo 90 minutos para cargarse –aunque duraba sólo una hora– y entre otras funciones amigables contaba con teclado de predictibilidad de palabras y captura de apuntes como si hubieran sido dibujados a mano.

En síntesis, se trató del primer teléfono en el que lo que menos importaba era la función de hablar. Sus presuntas bondades hicieron que una legión de usuarios estuviera al pendiente de su salida al mercado, y para ellos se abrió una línea telefónica de información: los ansiosos debían marcar al número 1-800-Simon Says.

Pero, como relata una nota publicada en abril de 1994 por la revista Mobile Phone News, las fallas detectadas en el proceso de fabricación del IBM Simon retrasaron casi dos años su venta al público. Su precio de mil 100 dólares resultó también prohibitivo para la época, y debió reducirse a casi 600. Vendió apenas unas 50 mil unidades y fue descontinuado a principios de 1995.

Con todo y sus cualidades precursoras del iPhone y Android, en materia comercial el IBM Simon fue incapaz de decir la última palabra.

marco.gonsen@gimm.com.mx

 

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