Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

11 Jul, 2019

Ahora sí, ¿a preocuparnos?

Terminó la fiesta, y debemos eliminar toda ilusión; por encima de las declaraciones que rayan en la insania de los que le achacan toda responsabilidad de la renuncia del doctor Urzúa a ese ente fantasmal —el neoliberalismo—, que jamás se han preocupado y menos ocupado en definir, deben aceptar lo inevitable: la cruda realidad llegó para quedarse.

No nos equivoquemos; el texto del ahora exsecretario de Hacienda, además de demoledor por su claridad y objetividad —porque va al fondo mismo de lo que hemos visto y padecido estos siete meses—, desnuda a los que, desde su profunda ignorancia de lo más elemental de la economía y las finanzas públicas, soñaron que al conjuro de los viejos y acedos clichés de los años sesenta y setenta del siglo pasado llevarían la nave —que es México y su economía—, a buen puerto.

Hoy, lo aceptemos o no, hay un antes y un después; hoy, con la renuncia del doctor Urzúa hemos entrado a una etapa la cual, sin temor equivocarme, calificaría como el principio del inevitable fin de eso que han dado en llamar la Cuarta Transformación. Hoy, se entienda y acepte o no, además de no haber dinero que alcance para tanta ocurrencia y desatinos, tampoco habrá posibilidad alguna de concretar lo que no pocos calificamos desde el mismo principio
de este gobierno como simples sueños guajiros.

La realidad, esa señora fea y grotesca, trae un bulto —de dimensiones considerables— de facturas por cobrar; no habrá excusa que valga ni justificación “social” que se acepte como sustituto del pago contante y sonante de lo que se le adeuda. El destino pues, para utilizar el viejo y válido lugar común, nos alcanzó.

¿Qué sigue ante la sacudida que ha tenido a bien propinarles el doctor Urzúa? ¿Acaso piensan que será posible seguir soñando que será posible concretar la larga lista de promesas absurdas e incumplibles? ¿Quién en su sano juicio podría pensar todavía, que los deseos e ilusiones juveniles pueden cambiar de manera mágica la cruda y ofensiva realidad?

Por otra parte, ¿quién con dos dedos de frente podría pensar que Herrera será capaz de sacar adelante este embrollo más enredado que un queso de Oaxaca?

Si lo dudare, vea otra vez, por favor, la fotografía cuando López lo está ungiendo como secretario de Hacienda la cual lo muestra —a Herrera— a punto de llorar del miedo que en ese momento lo embargaba.

Herrera, un perfecto desconocido en los ambientes donde se deciden las finanzas del mundo, llega a revivir un cadáver insepulto; es tal su descomposición, que lo único que le quedaría por hacer sería, no otra cosa que darle cristiana sepultura. El deterioro causado estos siete meses hace que su tarea sea titánica para la cual, aquél no está preparado. Para decirlo coloquialmente, “se me hace muy ojón para paloma”.

¿Qué esperar para las próximas semanas como consecuencia de la renuncia del doctor Urzúa, y la precaria salud de las finanzas públicas?

Éstas, como consecuencia de la obsesión de quitarle recursos a no pocos programas para tirarlos en los mal llamados programas sociales, hoy están al borde de la tumba.

Los negros nubarrones nos obligan a prepararnos para lo peor.

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