Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

4 Feb, 2020

¿Deben llegar sabiendo o esperar a que aprendan?

 

A raíz de la llegada, en años recientes, de un conjunto de gobernantes cuya característica más sobresaliente –era y es– la ignorancia de las materias clave de la gobernación, han surgido dos posiciones frente al peligro que representan para los país que gobernarían.

La llegada de Castro (el mayor y el menor) y posteriormente la de El Loco Bucaram, Daniel Ortega, Evo Morales, los Kirchner, Hugo Chávez y Nicolás Maduro y López, ponen a América Latina en el centro de un debate que sin temor alguno debemos tener.

Aquellas posiciones que menciono en el primer párrafo las resumo así: la primera y más socorrida, “Hay que darle tiempo, para que aprenda”. La otra, el gobernante, desde su designación como candidato debe tener, además de un bagaje elemental sobre economía, un amplio conocimiento de la situación internacional. También, es necesario saber algo de política monetaria y fiscal; y de finanzas públicas y del papel de las economías de mercado y la globalidad.

En lo que podríamos llamar la parte “política” de sus conocimientos, es obligada una claridad total en la ventaja de contar con un robusto Estado de derecho para generar la confianza de los inversionistas y no inversionistas y para construir, al mismo tiempo, una cultura de legalidad que hiciere posible la convivencia civilizada entre los gobernados.

Frente a la segunda estaríamos ante lo que en pocas ocasiones se ha registrado en México, así como en América Latina; si bien no es infrecuente en tiempos recientes la llegada de profesionistas con altos grados académicos, las más de las veces sus conocimientos eran más teóricos que prácticos y en consecuencia, fue mucho lo que echaron a perder intentando aprender.

La absurda defensa de la primera de las dos posibilidades cobra relevancia por lo visto y padecido en México estos primeros quince meses del actual gobierno.

Agrego: las pésimas decisiones comenzaron a manifestarse antes de la toma de posesión; es decir, antes de haber adquirido el carácter de Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.

Desde las primeras decisiones de López y sus funcionarios, afirmé que su gobernación sería un costosísimo desastre.

En ese momento, y aún hoy, sus defensores acríticos exigieron y exigen que le diéremos y demos tiempo. ¿Para qué? ¿Para aprender a gobernar? ¿Quién le enseñaría?

La realidad es diferente. Ante lo padecido estos 15 meses de nulo aprendizaje, que seguramente se mantendrá durante los 55 que le faltan, el costo que se deja ver por errores evidentes y ocurrencias de índole diversa, ya es altísimo y crece día con día.

De llevar a cabo un apretado recuento de las tragedias que han sido los gobiernos de los Castro en Cuba, de Ortega y la poetisa Murillo en Nicaragua,  de Evo en Bolivia, de Chávez y Maduro en Venezuela y de los Kichner en Argentina, el precio que esos países han debido pagar y seguirán pagando por generaciones, nos lleva a una conclusión irrefutable y contundente: es un crimen que sea siquiera candidato quien todo ignora de las materias clave de la gobernación.

¿No me cree? ¿Sería posible que no me creyere, dado lo que hemos visto y padecido durante 15 meses?

 

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