Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

21 Ene, 2020

¿Importa la imagen de un país?

América Latina ha dado al mundo gobernantes que han servido, no solamente en la región, sino en otras latitudes, como ejemplo de lo que no debe ser un gobernante. Por esto se entiende algo tan sencillo como esto: un gobernante debe actuar con seriedad y formalidad de manera tal que su comportamiento al frente del gobierno no dañe la imagen del país.

En épocas recientes, tenemos el caso de un gobernante ecuatoriano (Abdalá Bucaram Ortíz, conocido como El Loco Bucaram), que gobernó en calidad de presidente Constitucional durante poco más de cinco meses. Tomó posesión el 10 de agosto de 1996 y fue destituido el 6 de febrero de 1997 por el Congreso Nacional de la República del Ecuador, que declaró su “incapacidad mental para gobernar”.

Debo reconocer mi ignorancia respecto a qué países tienen, en su legislación, dicha causa para destituir a un gobernante. También me cuesta trabajo imaginar bajo qué condiciones y quién practicaría los exámenes correspondientes que llevarían a determinar su incapacidad mental y, en consecuencia, ser destituido. Sin embargo, eso sucedió con Abdalá Bucaram. Durante los meses de su mandato fue, más que evidente, la imagen de país poco serio que se le endilgó a Ecuador.

En otros casos, el descrédito de no pocos países ha sido, no por la salud mental del gobernante, sino por sus inclinaciones dictatoriales. Sin dejar de lado los viejos casos de Trujillo y Somoza, resaltan los de los hermanos Castro y Ernesto Guevara en Cuba, Pinochet en Chile, Chávez y Maduro en Venezuela y Ortega en Nicaragua. Por supuesto, sería injusto no mencionar los golpes de Estado realizados por miembros de las Fuerzas Armadas que, posteriormente, gobernaron dictatorialmente en Brasil y Argentina.

En todos esos casos, y otros de menor impacto como en Guatemala y Panamá y otros países centroamericanos; también en Colombia, Perú, Paraguay y dejo de contar para no aburrirlo, la imagen de esos países se vio dañada por la gobernación de sus dictadores. Esa pésima imagen que sus conductas producían, sumió a esos países en el atraso y la miseria junto con el saqueo de sus riquezas. Caso aparte es el golpe de Augusto Pinochet quien, además de miles de homicidios de chilenos y el destierro de otros tantos, implantó brutalmente políticas que, durante los primeros años, causaron un daño tremendo a los chilenos. Posteriormente se vieron los frutos y los niveles que hoy distinguen a Chile en muchos rubros.

Hoy se dan casos donde, si bien la imagen del gobernante y su camarilla desprestigian al país por sus prácticas de desprecio a los derechos más elementales de las personas, los éxitos económicos alcanzados –para algunos–, pesan más que aquéllas.

El caso más acabado es el de la República Popular China y Vietnam y el de algunos países europeos. Sin duda hay crecimiento económico, pero  con una fuerte opresión política: la imagen en la escena internacional es, por decir lo menos, mala.

Y a todo esto, ¿cómo calificaría México en esto de la imagen del país? Para terminar, le pregunto: ¿Considera usted que el gobierno actual y su gobernante contribuyen a mejorar la imagen de México, o lo desprestigian? ¿Qué piensa ante lo que hemos visto?

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