Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

17 Dic, 2020

¿Por qué odiamos a la empresa privada y a los empresarios?

Una de las fobias más absurdas e inexplicables en este sufrido México, es el desprecio que desde edad temprana nos inculcan hacia la empresa privada y por extensión, a los empresarios y si me apurare, diría que también a los que a los ojos de decenas de millones de mexicanos, son “ricos”.

*

Desde hace muchos años hemos aprendido a glorificar al ejido y los campesinos, por más improductivos que sean; a los indígenas, por encima de la realidad de algunos grupos como los yaquis quienes, con casi 500 mil hectáreas, viven en el vicio y le huyen al trabajo como si fuere el peor virus.

También, glorificamos a grupos que han hecho del delito su actividad primordial, y viven de extorsionar a gobernantes pusilánimes que ceden a sus exigencias, como es el caso de ese grupo delincuencial que es la CNTE.

De la misma manera, hemos elevado a los pedestales más altos a gobernantes que han causado un daño tremendo a muchas generaciones, al haber desarrollado métodos que rayan en la peor perversidad, con el único objetivo de cooptar y manipular políticamente a obreros y campesinos, y a mexicanos de otros grupos sociales.

Frente a esta locura, ¿quién defiende a las empresas y a los empresarios? ¿Quién defiende la labor que realizan por ser pilares de la economía y la creación de empleos? ¿Por qué nadie les reconoce su arrojo al poner en juego su patrimonio cuando crean una empresa? Es tal la fobia que se nos ha inculcado y hemos aprendido, que ni los mismos empresarios se atreven a defender lo que hacen. A veces pienso, que incluso les da pena decir que son empresarios, y explicar y defender que con sus inversiones crean millones de empleos.

*

Si bien antes de la apertura y la incorporación a la globalidad en el año 1987 era abrumadora la presencia del Estado en la economía, desde ese año las cifras cambiaron; hoy, de no ser por los empresarios, este país se habría prácticamente estancado, para decirlo fácil. Luego entonces, ¿por qué nadie los defiende, y sí los sataniza en los espacios de opinión donde se discute su papel en el México de hoy y el de mañana?

¿Acaso lo que explica esto último es la envidia del éxito del otro, que con su esfuerzo ha mejorado su nivel de vida? ¿O es ese deseo malsano que no nos atrevemos a exponer, que el fracaso de éste o aquel empresario nos alegra? No tengo la respuesta a ésas y a muchas preguntas similares; lo que sí puedo asegurar es, que lo que más lamentable frente a esa fobia alimentada desde la Presidencia de la República por el Presidente mismo, es la renuencia de los hombres de empresa a salir a promover y defender la empresa privada, menos a defender lo que hacen.

*

En vez de explicar el papel fundamental que juegan y la importancia de lo que hacen, se encierran y dejan, con ese proceder, el espacio libre a los que inexplicablemente han hecho de atacar a empresas y empresarios, su modus vivendi. En los tiempos que corren, un país que en el mundo de la globalidad trata con ese desprecio a sus empresarios y a la empresa privada en general, va inevitablemente a la debacle. Es el caso de México, y es la visión y conducta del Presidente.

 

Síguenos en Twitter @DineroEnImagen y Facebook, o visita nuestro canal de YouTube