Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

6 Ago, 2019

¿Qué tanto importan los datos duros?

Una limitación –entre muchas– que transmite el sistema educativo mexicano a los educandos –casi desde siempre– es rechazar los datos duros como base para realizar prácticamente cualquier análisis y extraer conclusiones válidas.

Hemos sido enseñados (y nosotros somos excelentes alumnos), para darles mayor peso e importancia al chisme y al rumor por encima de cualquier insumo estadístico; el dicen por ahí tiene más peso que cualquier serie de tiempo de éste o aquel indicador clave en materia económica. ¿Quién no ha enfrentado la salida más estúpida al matar cualquier réplica posible cuando, sobrado, el adversario afirma, tengo un compadre en Hacienda que me acaba de informar que va a haber una devaluación?

La búsqueda de datos duros e información relevante para analizar un problema y llegar a conclusiones soportadas, repito, no es algo que vaya con nosotros; lo nuestro es el chisme, y el me dijeron esto o lo otro. Es así porque, para no darle muchas vueltas, es una práctica que casi nada exige; ni siquiera la fuente del rumor y/o del chisme.

En esas condiciones, entonces, es entendible que ante los datos duros que alguien mostrare para soportar sus dichos acerca de la pésima gobernación que hoy vemos y padecemos, la respuesta inmediata es la acusación de pertenecer a la Mafia del Poder, al PRIAN y ser además un conservador que significa, ni más ni menos, ser corrupto, hipócrita y mentiroso contumaz.

Esta conducta, para quienes desconozcan nuestra cultura política casi primitiva y cavernaria, suena incomprensible; sin embargo, quienes hayan estudiado –así fuere superficialmente– cómo somos, mejor buscan no discutir sino sólo preguntar.

Esta forma de discutir o si lo prefiere, copia burda de debatir, deja ver nuestro nivel intelectual casi de retraso mental el cual, ¿quién se atrevería a negarlo?, está presente incluso en espacios donde uno jamás imaginaría que fuere posible discutir de esa manera. Tanto en instituciones de educación superior bien calificadas internacionalmente como en las universidades patito, los argumentos son clichés ideológicos acedos y caducos, anclados todos en los años setenta del siglo pasado.

También, eso mismo se registra en ambas Cámaras del Congreso de la Unión; de dudarlo, vea por favor –si se atreviere–, la transmisión por el Canal del Congreso de alguna sesión en la Cámara de Diputados y/o el Senado de la República, para que constate la veracidad de lo dicho.

Ahí reina el grito destemplado de quienes olvidan a quién y qué representan; dan, además, como único argumento su servilismo y abyección a López. Ante esta conducta, digna de un siervo y retrasado mental, ¿qué argumentos de la oposición serían tomados en cuenta?

Por más esfuerzos que hacen los babeantes seguidores de López –ubicados en los tres órdenes de gobierno y en las instituciones de educación superior– para esconder sus limitaciones analíticas, el cobre de la incapacidad intelectual se deja ver de inmediato a las dos o tres frases. ¿Lo duda? Revise por favor las palabras de Barbosa en su toma de posesión como Gobernador de Puebla.

Ése es el México que hemos construido.

 

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