Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

14 Ene, 2020

¿Recuerda como era México antes de 1987?

 

Lo aceptemos o no, imposible es evitar pensar en las consecuencias que tiene para nuestra economía de mercado o abierta –como prefiera–, las ideas que mueven a López y soportan su gobernación. El haberse formado –política e ideológicamente– durante los doce años de Echeverría y López Portillo le hizo adquirir una visión del desarrollo que hoy, ya en la Presidencia, pretende imponer al país, a contrapelo de la historia.

Por si aquellas enseñanzas no hubieran bastado, también tomó algunas ideas, producto de malas e incompletas lecturas de la gobernación de Cárdenas, y elaboró con ellas –y con lecturas igual de tergiversadas de las ideas de los hombres de la Reforma– una capirotada que en los tiempos actuales luce no sólo fuera de época, sino que es increíblemente dañina para el país y su economía.

Nuestros políticos –los verdaderamente profesionales, como solemos calificarlos en México–, son acuciosos analistas y estudiosos de los cambios que van registrándose en otras sociedades para, con las experiencias exitosas y los fracasos que en ellas se dan, elaborar estrategias acordes con nuestra realidad.

Frente a ellos aparecen, en una cantidad cada vez más numerosa –quizás por el oportunismo desvergonzado de quienes buscan acomodarse a los gustos e ideas del nuevo poderoso–, aquellos que en vez de ver al futuro voltean, interesada y convenencieramente, al pasado.

Hoy, México es una economía de mercado, incluso por encima de sus limitaciones estructurales profundas.

Desde el año 1987 ha corrido mucha agua debajo de los puentes y decenas de millones de mexicanos no conocen otro modelo de desarrollo que no sea aquél. Desconocen lo que fue vivir en el aislamiento consciente del resto del mundo y de los grandes cambios que, desde los años cincuenta del siglo pasado, fueron teniendo lugar en decenas de países de todo el mundo.

Hoy, esos millones de mexicanos, sumados a los profundos cambios estructurales concretados en materia económica y política, vuelven imposible regresar a los años previos a 1987.

Esto lo sabe el más ignorante en materia de cambios económicos, no se diga ya los profesionales en economía.

Luego entonces, inevitable es la pregunta, ¿por qué López insiste y usa la fuerza del Estado para replicar –infructuosamente y a un precio a pagar, como país, altísimo–, un pasado que no regresará?

Por otra parte, ¿a qué se debe que quienes están convencidos de la utilidad y bondades del nuevo modelo económico y de la inserción de nuestro país a la globalidad, nada digan acerca de cómo era México antes del año 1987? ¿Acaso lo olvidaron, o tienen miedo de contradecir el discurso oficial que afirma haber sepultado “el neoliberalismo”? Cualquier cosa que esto signifique.

¿Por qué el Partido Revolucionario Institucional y el Partido Acción Nacional que en su momento hicieron posible el tránsito de una economía cerrada a una abierta, no defienden hoy lo que tanto costó a los mexicanos?

¿Es tanta su cobardía, que ni siquiera los cambios positivos por ambos impulsados y concretados se atreven a defender? 

¿Cómo esperar entonces, que quienes nacieron a partir del año 1995 –hoy ya con 25 años de edad–, defiendan lo que hemos construido a un alto precio, desde 1987?

 

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