Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

23 Jul, 2020

¿Y si estallaren simultáneamente varios problemas?

¿Qué haría este gobierno, de concretarse dicha eventualidad? Por lo que hemos visto a la fecha de la presente administración, ¡nada! ¿Nada? ¡Sí! ¡Nada!

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La sabiduría popular, pródiga, nos ha regalado un conjunto de expresiones que reflejan la crítica situación en la que se coloca una persona cuando, en el momento más inoportuno, se concreta un problema grave o peor aún, varios al mismo tiempo. Una muy conocida dice: “Mal empieza la semana, aquél que van a colgar el lunes” o esta otra: “Éramos muchos, y parió la abuela”.

México y su economía enfrentan hoy, una situación de la mayor gravedad; la economía en picada, las finanzas públicas se debilitan más cada día, el desempleo sube y sube y no se ve en el horizonte el menor indicio que nos diga que la recuperación será rápida. Por el contrario, todo así lo deja ver, tanto lo que vemos de la realidad interior como aquello que nos deja ver la situación económica y política de nuestros principales socios comerciales, envían un mensaje claro: la recuperación no será rápida; tomará varios años.

Al mismo tiempo, nuestros problemas —económicos y políticos— se complican de tal manera, que tratar de definir un orden por grado de dificultad es prácticamente imposible. Este gobierno, dada su inexperiencia y falta de oficio político, los vientecitos los convierte en huracanes y cada llovizna en tormenta tropical. De ahí que no deberíamos descartar la concreción de la peor de las eventualidades: el estallido simultáneo de dos o tres problemas.

¿Qué pasaría si esta eventualidad se concretare? Ante ella, ¿cómo reaccionaría este gobierno, particularmente el gobernante? Y sus funcionarios, ¿harían algo o como a la fecha, seguirían mudos y paralizados? Es más, ¿quién le daría al Presidente ideas acerca de cómo enfrentar esos dos o tres problemas? ¿Quién lo cuestionaría, ante lo absurdo y/o equivocado de sus ideas y planteamientos de solución?

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Como consecuencia de lo visto de unos y del otro estos casi 20 meses del actual gobierno, debemos concluir varias cosas: primero, este gobierno y el gobernante permanecerían pasmados, y nada harían; segundo: el uno y los otros eludirían tratar públicamente la situación, y actuarían como acostumbran: se paralizarían; tercero: nadie de los funcionarios se atrevería a opinar para, con el debido respeto y precaución, proporcionarle al Presidente ideas acerca de cómo enfrentar la situación; asimismo, nadie cuestionaría y menos pondría en duda sus opiniones y recomendaciones para enfrentar la situación, al margen del absurdo que pudieren significar.

¿Lo duda? ¿Piensa que me equivoco en lo que planteo en los dos párrafos anteriores? De pensarlo, revise por favor el comportamiento del Presidente y sus funcionarios, frente al largo rosario de problemas que se ha presentado estos 20 meses. Unos pocos de esos problemas por causas añejas y los más, consecuencia de decisiones erráticas y desatinos, cuando no costosos disparates del actual gobierno.

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Por ello, pregunto otra vez y respondo: ¿qué harían este gobierno y el gobernante, de concretarse aquella eventualidad? ¿Nada? Efectivamente, nada.

 

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