¿Qué dice la economía sobre el salario mínimo en México?

Economía Real -
La propuesta del Jefe de Gobierno del Distrito Federal de incrementar el monto del salario mínimo detonó un debate acalorado sobre el tema. Foto: Cuartoscuro
La propuesta del Jefe de Gobierno del Distrito Federal de incrementar el monto del salario mínimo detonó un debate acalorado sobre el tema. Foto: Cuartoscuro

La propuesta del Jefe de Gobierno del Distrito Federal de incrementar el monto del salario mínimo detonó un debate acalorado sobre el tema y sobre la relación entre productividad y salarios en la economía mexicana.

El debate ha arrojado como resultado una serie de artículos, entre los que destacan por su calidad el de Luis Felipe Munguía quien analiza la desvinculación de los salarios de la productividad en la industria mexicana, el de José Merino y Eduardo Fierro, quienes comparan el nivel del salario mínimo respecto del PIB per cápita en varios países, y el de Alejandro Gómez que analiza los distintos mecanismos de determinación del salario mínimo en el mundo. Por su parte, los artículos José Merino y de Enrique de Lafuente dan una caracterización de quienes son los trabajadores que reciben el salario mínimo en distintos estados del país.

Además de estos artículos que buscan proveer de datos e insumos a la discusión pública, vale la pena revisar qué es lo que ha encontrado la literatura académica sobre el tema. Ese es el objetivo de este artículo, reseñar los resultados que han obtenido las investigaciones que han analizado los efectos que tiene el salario mínimo sobre la economía mexicana.

Un hallazgo consistente en toda la literatura es que desde finales de los años ochenta el salario mínimo dejó de ser vinculante en la economía mexicana. Por vinculante se entiende que la mayor parte de la distribución de los ingresos salariales se encuentra concentrada en torno al valor del salario mínimo. Si bien a mediados de los ochenta el salario mínimo podría haberse considerado vinculante, ya para 1989 su capacidad vinculante se encontraba bastante disminuida (Bell, 1997; Fairris et al, 2008). Dado que el valor del salario mínimo siguió cayendo en términos reales, para el año 2000 ya había dejado totalmente de ser vinculante (Bosch y Manacorda, 2010; Maloney y Núñez, 2004 y Kristensen y Cunningham, 2004), situación que persistía para 2010 (Campos Vázquez et al, 2014). El que el salario mínimo no sea vinculante implica que solamente una parte pequeña de los asalariados recibe un salario cercano al salario mínimo, y la mayoría recibe un salario superior. Este hecho apunta a que el nivel del salario mínimo en la economía mexicana es tan bajo que no ejerce un efecto restrictivo sobre el nivel de empleo en la economía mexicana, resultado confirmado por Bell, (1997). .

Varios de estos estudios (Bell, 1997; Fairris et al, 2008; Maloney y Núñez, 2004 y Kristensen y Cunningham, 2004) analizaron si el salario mínimo era vinculante una vez que se desagregaba el empleo entre trabajadores formales y trabajadores informales. Lo que encontraron estos investigadores es que el salario mínimo no es vinculante en el sector formal de la economía y que la mayor parte de la distribución salarial se encuentra muy por encima del valor del salario mínimo. Por su parte, en el caso del sector informal la distribución salarial se encuentra con un mayor grado de concentración en torno al valor del salario mínimo, si bien la mayor parte de la distribución se encuentra por encima del valor del salario mínimo. Es un tanto paradójico que los salarios del sector informal se encuentren concentrados en torno al valor del salario mínimo, pues en teoría dicho sector no está obligado a cumplir con dicha regulación. La explicación que se da a este hecho es que el salario mínimo actúa como referente de un salario “justo” en las negociaciones salariales que tienen lugar en la informalidad.

Los trabajos de Bosch y Manacorda, (2010); Fairris et al. (2008) y Campos Vázquez et al. (2014) apuntan a que el deterioro del salario mínimo en términos reales ocurrido de mediados de los ochenta a mediados de los noventa fue responsable en buena medida del incremento en la desigualdad durante ese periodo.  Ello se debe a que el salario mínimo no sólo determina el ingreso salarial de quienes reciben el mínimo, sino que influencia el comportamiento del salario de la parte baja de la distribución salarial (Bosch y Manacorda, 2010; Fairris et al. 2008 y Kaplan y Pérez Arce, 2006). Dicha influencia ocurre en dos sentidos: por un lado, el salario de esa parte de la distribución del ingreso se establece utilizando al valor del salario mínimo como numerario y por otro, los incrementos en el salario mínimo sirven como referencia en las negociaciones salariales de otros trabajadores, por lo que la tasa de crecimiento de estos salarios es similar a la del salario mínimo. Este es el llamado efecto faro del salario mínimo sobre el resto de la distribución salarial. Kaplan y Pérez Arce (2006) señalan que este segundo canal de influencia disminuyó su importancia a partir de 1994 y que a partir de ese momento los incrementos salariales comenzaron a relacionarse más con la tasa de inflación (cosa que también ocurrió con los incrementos en el salario mínimo).

Un tema que no ha sido estudiado para el caso mexicano es el efecto que tiene un incremento en el salario mínimo sobre la inflación. Es decir, si un incremento en el salario mínimo implica un incremento sustancial en la tasa de inflación. Para los países en desarrollo, una revisión de literatura reciente (Lemos, 2008) sólo encontró cuatro estudios, tres artículos para el caso brasileño y uno para el caso de Costa Rica. En el caso costarricense, el estudio señalado encuentra que el efecto de un alza en el salario mínimo sobre los precios es no significativo. En el caso de Brasil, los estudios indican que un alza en el salario mínimo del 10% se ve reflejada en un alza cercana o menor al 1% en los precios y dicho efecto se desvanece en el tiempo. Vale la pena señalar que a diferencia del caso mexicano, en el caso brasileño el salario mínimo si es vinculante respecto a la distribución general de los salarios, lo que llevaría a pensar que en el caso mexicano el efecto sobre los precios es menor. Es interesante que Lemos (2006) encuentra que el grado de traspaso del incremento del salario mínimo a los precios disminuye en un ambiente de baja inflación respecto al registrado en periodos de alta inflación. Si esto también ocurre para el caso mexicano, la experiencia de los años ochenta con las alzas en el salario mínimo no es relevante para inferir los efectos de un alza sustantiva en la actualidad.

En resumen, la literatura encuentra que en el caso mexicano el salario mínimo es inferior a la mayor parte de la distribución salarial, situación que ocurre en mayor medida en el sector formal de la economía. De igual forma, el salario mínimo funciona como un salario de referencia dentro del sector informal, si bien la mayor parte de los salarios en dicho sector se encuentra por encima del salario mínimo. El que el salario mínimo no sea vinculante en términos agregados ni tampoco en el sector formal, permite pensar que el actual nivel del salario mínimo no restringe el nivel de empleo en la economía. La contracción del salario mínimo real de mediados de los ochenta a mediados de los noventa generó mayor desigualdad, pues implicó, como mínimo, una caída relativa de los ingresos de la parte inferior de la distribución salarial debido al efecto faro del salario mínimo. Sin embargo, dicho efecto ha disminuido a partir de la estabilización de la inflación.

Referencias

Bell, Linda (1997), “The impact of minimum wages in Mexico and Colombia” Journal of Labor Economics, vol. 15, no. 3, pp. 102-135.

Bosch, Mariano y Marco Manacorda (2010) “Minimum wages and earning inequality in urban Mexico” American Economic Journal: Applied Economics, vol. 2, no. 4, pp. 128-148

Campos-Vázquez, Raymundo; Gerardo Esquivel y Nora Lustig (2014) “The Rise and fall of income inequality in Mexico, 1989-2010” en Cornia, Giovanni, Falling inequality in Latin America: Policy changes and lessons, Oxford: Oxford University Press, pp. 140-163.

Fairris, David; Gurleen, Popli y Eduardo Zepeda (2008) “Minimum wages and the wage structure in Mexico” Review of Social Economy, vol. 66, no. 2, pp. 181-208.

Kaplan, David y Francisco Pérez Arce (2006) “El efecto de los salarios mínimos en los ingresos laborales de México” El Trimestre Económico, vol. 73, no. 289, pp. 139-173.

Kristensen, Nicolai y Wndy Cunningham (2006) “Do minimum wages in Latin America and the Caribbean matter? Evidence from 19 countries”, World Bank Policy Research Working Paper, no. 3870

Lemos, Sara, (2006) “Anticipated effects of the minimum wage on prices”. Applied Economics no. 38: pp. 325–337.

--- (2007) “A survey of the effects of the minimum wage on prices” Journal of Economic Surveys, vol. 22, no. 1, pp. 187-222.

Maloney, William y Jairo Mendez (2004) “Measuring the impact of minimum wages. Evidence from Latin America” en Heckman, James y Carmen Pagés (eds) Law and Employment: Lessons from Latin American and the Caribbean, Chicago: University of Chicago Press, pp. 109-130.

Aclaración:
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