Carlos Velázquez

Veranda

Carlos Velázquez

8 Ago, 2022

Fonatur: “Cuando las barbas de tu vecino veas recortar...”

Esta semana, Rogelio Jiménez Pons, subsecretario de Comunicaciones y Transportes y exdirector general del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), entregará información precisa sobre los señalamientos hechos en algunos medios sobre su gestión en este organismo. 

 Está seguro de no haber incurrido en corrupción y también confía en que Alejandro Varela, exdirector jurídico del Fondo, y Ricardo Ampudia, exdirector comercial, sus dos operadores, actuaron en el mismo sentido. 

Sin embargo, es factible que, como lo señaló el Órgano Interno de Control (OIC) de la institución, se haya “saltado las trancas” por acelerar los procesos. 

Ésta no ha sido una forma de actuar exclusiva de Jiménez Pons y su equipo, sino una práctica común de los funcionarios de la 4T. 

 Hace tres administraciones, John McCarthy, entonces director del Fonatur, compartió con el autor de este espacio varios momentos de frustración por no poder ejecutar algunas decisiones debido a la normatividad. 

La Escalera Náutica del Mar de Cortés, uno de los proyectos de turismo náutico más ambiciosos, nunca logró los alcances deseados debido a que ni los mejores abogados del Fondo lograron desatar los nudos de la normatividad pública. 

 Alejandro Zozaya, fundador de AM Resorts, compartió una historia en la que su grupo le compró al Fonatur una propiedad hotelera en Huatulco, que después devolvió porque no podía iniciar la construcción mientras no se dieran las condiciones a las que se obligaba previamente el Fondo. 

 Ya con Felipe Calderón como presidente, aunque Rodolfo Elizondo se mantuvo al frente de la Secretaría de Turismo, Miguel Gómez Mont, aquel director del Fonatur que salió tras protagonizar un escándalo en el Mundial de Futbol de Sudáfrica, no tuvo reparo en devolverle el dinero a Zozaya. 

Pero le advirtió que estaba cometiendo un error porque Huatulco sería un polo de turismo de ultralujo, como Mayakoba; la realidad fue que el terreno hoy sigue tal y cual lo devolvió el empresario. 

 Por esos proyectos que no fraguaron en Huatulco, Asur, de Fernando Chico Pardo, frenó sus planes para un inmueble que compró en el destino; así es que sólo se preocupó de que la administración pasada le condonara unas multas y ya, en este sexenio, Jiménez Pons le regresó el dinero para recuperar un activo que vale el doble en términos nominales. 

Otro ejemplo de lo que hizo Jiménez Pons fue autorizar una compra directa para una exhibición en Dubái, siguiendo una petición de la Secretaría de Relaciones Exteriores, que incluso pidió un proveedor, decisiones que sólo se toman si se tiene la confianza del Presidente. 

Es probable que los “obuses” mediáticos contra el subsecretario hayan salido del propio Fonatur, pues al equipo de Javier May, actual director del Fondo, le conviene victimizarse por el “desastre que le dejaron”. 

 Sólo así podrá justificar que, ni remotamente, estarán terminados los siete tramos del Tren Maya para finales de este sexenio. 

Miguel Torruco, titular de Turismo, quien siempre ha sido ignorado por Jiménez Pons, podría ser otra opción, pero, si fuera descubierto en una maniobra como ésa, significaría su tumba política. 

 Lo previsible es que no suceda nada más, pues pedirle la renuncia al subsecretario por prácticas que han sido la regla y no la excepción en el actual gobierno provocaría temor y paralizaría proyectos en marcha. 

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