Carlos Velázquez

Veranda

Carlos Velázquez

8 Dic, 2023

Quivira va tras los megarricos de Los Cabos

LOS CABOS.—La semana pasada en Quivira, la empresa que fundó Ernesto Coppel Kelly, y cuyo director de Operaciones es José Luis Mogollón, iniciaron la construcción de su segundo campo de golf, que marca también el arranque de su desarrollo inmobiliario más ambicioso.

La inversión inicial será de 150 millones de dólares, lo que incluye el campo de golf de 18 hoyos, otro Nicklaus signature; también el desarrollo de la infraestructura básica, una casa club exclusiva para las mansiones del desarrollo residencial, que probablemente se llamará Light House; un club de playa, un gimnasio y un salón para eventos.

El proyecto se ha ido cocinando desde antes de la pandemia, pero se sofisticó debido a la llegada a este destino de un número creciente de algunas de las personas más acaudalas de Estados Unidos.

Hay otros desarrollos que ya llevan tiempo vendiendo propiedades de varios millones de dólares cada una, como The Cove, en Cabo del Sol, operado por Four Seasons; Chileno Bay, que hasta ahora ha marcado el estándar más alto en las amenidades; Costa Palmas en Cabo del Este, Querencia o Palmilla, por mencionar algunos.

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De entre todos ellos hay uno que se cocina aparte y es El Dorado, con sus residencias de decenas de millones de dólares y en donde más de una vez ha estado la casa de playa más cara del mundo de cierto año, algo difícil de creer.

El Dorado tiene varias décadas y hasta ahora nadie le ha ganado a ser el imán para jugadores famosos, artistas de Hollywood y propietarios de fondos de inversión.

Light House de Quivira tendrá mansiones desde siete hasta más de 18 millones de dólares, dependiendo del área donde se encuentren, y tiene como atractivos los arrecifes y las vistas espectaculares al Océano Pacífico.

Además, allí está Cabo Falso, donde se pensó que se encontraba el fin de la Península de Baja California, hasta el punto de construir un faro a principios del siglo XX.

Quivira es un enorme desarrollo de 750 hectáreas, que Coppel Kelly fue adquiriendo paulatinamente, en la que es una de las grandes historias de negocios del turismo mexicano.

Allí hay dos hoteles Pueblo Bonito Sunset y Pacífica, y viene el próximo año el St.Regis en una coinversión con Rubén Coppel, presidente de Grupo Olarena.

Además, hay diferentes comunidades, desde dúplex, condominios y propiedades fraccionadas, hasta casas de tres a cinco millones de dólares que este año son las que más se han vendido.

Separadas por la orografía del lugar, con entradas y vialidades propias y el nuevo campo de golf privado, los dueños de Quivira no quieren quedarse fuera de ese mercado de los súperricos, que incluye estadunidenses, pero también canadienses, británicos, australianos y mexicanos.

Para ello se está aliando con una marca operadora de resorts de superlujo, que nació en Texas y cuyo control ha migrado a Asia; el anuncio formal se hará en marzo o abril, después de cuidar una lista casi interminable de detalles.

Como siempre, el que más se divierte es Coppel, quien a finales de los 90 les compró esos terrenos a 15 dólares el metro cuadrado a Ovidio y Policarpo Elizondo, cuando algunos se han revendido en St.Regis residences a más de 20 mil dólares el metro, por ello dice riéndose: “Salieron voraces esos cabrones, porque los compraron a cuatro”.

 

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